miércoles, 30 de agosto de 2017

Emely y Renata entre llantos y alegrías, entre Fernely Lebrón y Giovanny Cruz

Emely y Renata entre llantos y alegrías, 

entre Fernely Lebrón y Giovanny Cruz



Mi gran amigo, excelente artista y mejor poeta, Fernely Lebrón, ha publicado un poema hermoso y emotivo sobre Emely, la niña asesinada, según los indicios por el padre de la criatura que se estaba formando en sus enmarañados tejidos lorquianos; es decir: "en la oscura raíz del grito".
         “Fragilidad, aleteo,
          leve como paloma en libertad…
          …sutil.
         inocencia acorralada,
        demasiado frágil ante tanta maldad.
       En ti habitaba lo puro que la vida no llegó a ver,
       demasiado angelical con el mal en contra.
       …bestialidad.

Leí el poema y quedé conmocionado. Sin quererlo pensé en mi hija Renata, que ha tenido la feliz ocurrencia de embarazarse y con su embarazo prometerme una alegría nueva… o renovada. 
Pero una insensata, una imbécil, opinó algo terrible y bochornoso ante el bello poema de Fernely. Dijo que el maquillaje de Emely podría ser el culpable del crimen por un “respaldado” cometido. Resulta que la víctima, para esa desalmada, es la culpable. ¡Irritante!

He llamado a Renata para decirle que mañana voy a ver el estreno de mi obra en New York. Ella me ha dicho que Fiora, mi otra hija, tiene un compromiso, pero que ella irá al aeropuerto a buscarme a mi regreso. Dado la preñez y los malestares de los primeros meses pensé que mi Rena no estaría en condiciones de hacer el corto viaje al AILA:
       “Ella, Renata Giovanna, desmigajas las mañanas 
        sólo para compartirlas con duendes expectantes.
        Ella, como escorpión que milita en los oráculos,
        duerme para dejarse poseer por los signos del fuego
        y poder escuchar, entre esas pulsiones que llamamos sueños, 
       voces susurrando secretos y hechizos milenarios.”

Como dice Fernely Lebrón, las alas de Emily han sido cortadas y ya en la tierra no podrá, la niña asesinada, hacer ningún viaje que alegre a sus padres y a nosotros. No podrá hacer que el otro niño que traería al mundo se convierta en alegría de todos los abuelos de la tierra:
  Casi intangible tu niñez, 
     casi intangible tu inocencia,
     casi intangible tu adultez,
     Emily, ala rota,
      pureza quebrada…
      metal contra el cristal
     …demasiado impunidad contra lo puro.”
Bromeando con Renata, igual que yo apasiona de la serie “Juego de tronos”, le he dicho que espero que su hijo sí pueda reclamar el trono de Invernalia.
Desgraciadamente el hijo de Emely no podrá reclamar trono alguno, porque unas manos, doblemente asesinas, se lo impidieron antes de nacer. Fernely, entonces, me sacude:
       “Espejo roto.
       ...mil fragmentos
       reflejos de esta sociedad
      extraviada, contrariada, acosada…
      …abusada.

Aún no estoy seguro si el hijo de Renata podrá reclamar otro trono que no sea el profuso amor que le prodigará este abuelo. Lo acapararé. Esto, porque sé que los niños se acercan al abuelo debido a que tienen mucho cuerpo y todavía pocas palabras; en cambio los abuelos tenemos poco cuerpo, pero somos dueños de todas las palabras del mágico universo. Renata y yo compartiremos una criatura. Por supuesto que lo voy a consentir; pero prometo dejar que algunas veces juegue con su madre. Después de todo, Renata es hija querida y por ser tal también es cierta:
     “Ella, que por querida se hace todos los días cierta,
      transita entre la comprometida dulzura de sus manos
      y la mirada desnuda que su signo le ha otorgado.
      Ella, que jamás puede dormir sin probar encantamientos,
       se baña de lunas, luceros y múltiples destellos

Pero Emely no podrá proporcionar esa alegría a quienes habrían sido, quizás, unos amorosos abuelos. Emely no podrá disfrutar jamás de la belleza de su propia risa. Emely no podrá escuchar la risa del hijo que se gestaba en sus entrañas. Emely no podrá ver la carita hermosa de su hijo porque un parricida vil le cortó las alas que ella y Fernely utilizaban para el vuelo:
       “Emily, ala rota
        Pureza quebrada…
        metal contra el cristal.
       …inocencia acorralada,
       demasiado frágil ante tanta maldad."

Renata, si los duendes lo permiten, traerá una águila imperial a este mundo. Al parecer será un pisciano. Por ser tal, prometo bregar con su aparente indiferencia, que sé es sólo un escudo para la profunda sensibilidad natural que viene de fábrica…
       “Ella, que ha logrado hasta compartir sus soledades, 
        ha logrado descifrar algunos enigmas del Cosmos;
       nada más para devorarlos despacio
      como le ha enseñado uno de sus dioses: Krónos.
      Luego comienza una búsqueda que se agazapa
      entre sus singulares laberintos interiores.”

El hijo de Emely también hubiera sido pisciano. ¡Qué pena no poder saber si hubiese tenido la intrepidez que supuestamente le era afín!

En medio del dolor, y como equilibrio emocional, Renata y mi nuevo nieto han ocurrido. Aunque una ira infinita intenta dentro de mi hacerse eterna, sin que me olvide por completo de la pena emiliana, otra alegría lucha y me conquista:
       “Ella, viviendo en su particular mundo mágico,
        cubierta de velos y peplos, suele danzar 
       entre Samia Gamal y Amalia Hernández.
       Ella, ha tenido la ocurrencia de la cosmogonía.
      Por eso, y por ser la única Ella de todo el universo,

      merece ser feliz... entre hoy... y siempre.”

Tal y como se oscila en el teatro, entre lágrimas y las risas, esta vez sin los aplausos convenidos, dejaré, lentamente, correr el... 
¡Telón!