miércoles, 11 de enero de 2017

¡Trumpadas también en la cocina!

¡Trumpadas también  en la cocina!
Por Giovanny Cruz Durán.


Dentro de unos días un tuitero llamado Donald Trump, que asombrosamente cuando no tuitea planifica a quien insultar, asumirá la presidencia de la nación más poderosa del planeta. ¡No es un chiste!

A él (Trump) le hemos llamado muchas veces payaso y nos hemos molestado, burlado y hasta reído de las insólitas... trumpadas del bellaco Donald.

Lo hemos visto pelearse con poderosos de la política, el empresariado y la prensa de su país. Lo hemos visto desafiar, o menospreciar, a muchos otros países. Lo hemos visto acusar a nacionales mejicanos de todas las diabluras posibles. Lo escuchamos decir que los peloteros dominicanos hieden mucho. Lo escuchamos decir barbaridades personales de Hilary. Lo escuchamos hablar de la menstruación de una comunicadora. También hemos escuchado a Trump insultar a varias ex reinas de belleza. Lo he escuchado detallar las cosas que le gusta hacerle a sus amantes. Y he visto totalmente en cueros a su actual esposa, que si hablara tendría muchos escabrosos asuntos para contarnos.

También lo escuchamos criticar, entre burlas, a un periodista minusválido. Ha poco leímos sus tuits insultantes a Meryl Streep por mencionar este terrible y vergonzoso asunto. Hasta cuestionó la condición de gran actriz que realmente es tan admirada dama.

Trump no le para mientes para seguir vociferando (¡aún después de electo!) contra sus rivales, contra el actual presidente norteamericano y contra los jerarcas de la inteligencia y seguridad de su país.

Ha amenazado a emporios nacionales e internacionales, siempre luego de salir electo, de la fabricación de vehículos.

Pero también tiene un chisme inmenso (¡lo que faltaba!) con dos chefs internacionales. 

Dentro de unos días deberá ir a un juzgado a “despotricar” (como suele hacer) contra el multipremiado chef español José Andrés, a quien quiere sacarle, el 14 de este mes, diez millones de dólares. 

Pero también tiene una disputa judicial con otro chef:  Geoffrey Zakarian.

 Es decir, que ni aquellos que cocinamos estamos libres de los insultos tuitiados o judiciales de este preocupante individuo.

Aunque solemos burlarnos de las trumpadas de Trump, deberíamos preocuparnos y quizás hasta alarmarnos de ellas. Esto, porque dentro de unos días, este mismo personaje (con todas sus características que indican estar requiriendo con urgencia tres muy buenos siquiatras) será el mandamás del imperio más poderos que existe en la tierra.

Hoy he leído que probablemente es chantajeado por Rusia, dado que allí tienen evidencias de algunos asuntos escabrosos del individuo. Hasta he leído que el habría participado en orgías con prostitutas en un lujoso hotel de Moscú.

Pienso que no sólo este Donald, de todas nuestras culpas, está urgido de tratamientos con profesionales de la conducta humana. También lo están aquellos que lo convirtieron en presidente de USA.

No me asombraría que todos nosotros, incluyendo sus electores, estemos sufriendo en breve peligrosas andanadas y grandes desmanes de este rico y poderoso señor.

Por mi parte, ya no voy a burlarme más de él. No lo haré. Sus iras manifestadas a lo que me obligan es una alarma total. Y cuando sea formalmente envestido como presidente, podría ser que llegue yo hasta el terror.


He intentado, para ofrecerlo aquí, conseguir el dato preciso de cuál es la dimensión del arsenal nuclear de los USA. No he logrado conseguirlo con exactitud. Pero sé que es muy, muy grande. 

Me asusta pensar que todo este poder destructivo estará a disposición de... ¿un paranoico delirante?


Desde luego que yo habría podido responder esa pregunta, pero no creo que tenga tiempo de hacerlo. Es que alguien ha ordenado, en un nuevo tuit, que me tiren un atómico... ¡Telón!

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