La «Obsesión...» que vio Mónica Volonteri
Mónica Volonteri es argenina. Mónica Volonteri es dominicana. Mónica Volonteri es una buena escritora, una intelectual con formación y cultura. Mónica Volonteri es una crítica imparcial y acusiosa. Ayer presentó dentro del Foro de la Crítica (que organiza la actriz, educadora y escritora Gilda matos) en el Festival Internacional de Teatro su visión crítica a «Obsesión en el 507». Para La pasión Cultural es una verdadero placer publicar la cr´tica de tan prestigiosa mujer de letras.
Las verdaderas tú y yo,
o Thelma& Louise en la carretera 507
Mónica Volonteri
Este breve texto con apetencias críticas,con la más sincera intención de ecuanimidad, con la latencia de la obra escritay con lo leído viva voce como manifiesto -en este contextoacuciante, exprimido por las prisas y lo efímero de la palabra- intentarátrascender al comentario, para convertirlo en un eco creativo de la obsesión original de Giovanny, quesin duda no sólo nos ha dadouna muestras de su evoluciónalucinante como dramatugo, sino quees un muy buenejemplolatinoamericano de que a las auténticas pasiones artísticas no las detienen nilas maldiciones. Por que como diceRoberto Arlt, ganaremos por prepotencia de trabajo. ¿Acaso, hay de otra?
Como sucede casi a menudo en unarepresentación teatral, tenemos un texto escrito que el público no ha leído.Este texto es un plano o mapa, un objeto bidimensional que nos da las claves desu proyección en el espacio para convertirse en un objeto tridimensional conmovimiento, luces, sonidos, colores, que constituye la puesta en escena. A estoúltimo se enfrenta el espectador y, si no somos Homero Borges, vemos, enalgunos casos oímos y en otros hasta olemos.
En cuanto a la dicotomía textoescrito y puesta en escena, hay fanaticadas de todo tipo, que el texto es unpretexto, que el texto es la médula rectora, que la creación colectiva, que laimprovisación, que el cuerpo del actor, que la dicción, que la historia que secuenta, que el cine desplazó al teatro y que ya puede comprar fríofrío en lacalle porque te da el cólera.
Ya estamos viejos y no nos hemosmuerto de cólera, ya sabemos que todo vale si está bien hecho y sobre todo silogra conectar con aquellos que hemos venido llamando público. Obsesión en el 507, sin duda conecta conel público o con todas esas personas que estamos allí sentadas, que porseparado no somos el público, somos los verdaderos o verdaderas tú y yo que nosmontamos en la guagua o perdón tour deforcé o tranvía deseoso con Blanche y Lucrecia y dejamos de ser tú y yopara ser recordando y en el peor de los casos (si es que Brecht, convertido enmosquito nos pica en el tobillo) tomar conciencia de que nuestro universo simbólico fílmico nos define,o lo que es peor nos da categoría ontológica.
Recordemos la película Los unos y los otros (1981) de ClaudeLelouch en que una de las protagonistas cada vez que tomaba unadecisión trascendental se veía a sí misma como un personaje de sus filmsfavoritos. El recurso que utiliza Lelouch es sobreponer la acción física de laprotagonista con la misma acción del film viejo. De manera tal, que cuando JeanneMoreau salía corriendo de los brazos de su amante, en el siguiente cuadro seveía a Vivien Leight huyendo delos brazos de Clark Gabriel escaleras abajo en Tarah, la mansión sureña.
En la obra anterior de Giovanny yaestá presente esta intertextualidad con el mundo del cine y el teatro, porejemplo en El perfume del incesto.Podríamos decir que la intertextualidad es la manera elegante en que la críticaposmoderna denomina a la obsesión o a la maraña en la que el creador cae yconvierte al arte en su referente. Pero esto no es nuevo, ya a losrenacentistas los acusaban de retomar a los clásicos y a los barrocos nihablar.
Obsesión enel 507 esmuchas cosas, es ante todo lo que escribe su autor: ¨un drama total¨ en seisintensos cuadros y un único acto para tres personajes: Lucrecia Taylor, BlancheBorgia, Homero Borges. Los intensos cuadros son cuadros, no actos y son seis nocinco (como le gustaba a Shakespiare o la caterva de clásicos que nospreceden). La separación entre cuadros no está dada siempre por un cambiotemporal o de espacio, sino más bien por las acciones obsesivas de lasprotagonistas, que a su vez organizan sus vidas o cuadros o escenas o secuenciasfilmícas a través de fragmentos de películas.
Obsesión enel 507 estambién lo que decidió su director, Giovanny, cuando dijo que Blanche Borgia sería YorllaCastillo; Lucrecia Taylor, Fiona Cruz Carretero y Homero Borges, Mario Lebrón. También dispuso que Renata CruzCarretero se encargaría de vestir a los personajes y que Exequiel Taverasconstruiría el set o laberinto perfecto para matar o morir como en una serieamericana donde los protagonistas llegan con su maletín de CSI para investigardesde el descuartizamiento de un gato hasta el envenenamiento de un enano decirco con la misma actitud y el mismo tono monocorde de los actores y actricesporno o los muñequitos de Nickelodeon.
Obsesión enel 507 esun texto dramático construido con el cuidado del artesano experto que no encomiendaal diálogo ni las acciones, ni la caracterización de los personajes. La construcción de los personajes esacción y palabra; y la trama a su vez se construye conla tensión de las acciones. Es, podríamos decir, un texto clásico y claro, que cualquier buen director puede montar de maneraexitosa.
Pero a su vez, es una puesta enescena que apuesta al encierro, al delirio, al juego envenenado, a la mezcla deplanos con lo real, lo representado, la actuación en vivo y la película. Es unjuego semiótico perpetuo con miles de planos que se atomizan que se disuelven yse funden para crear una confusión que justifique las acciones absurdas yvuelva verosímil el mundo cerrado de Blanche y Lucrecia, donde el ciego sevuelve el fisgón a quien hay que sacrificar. El mundo de la imagen asesina almundo de la literatura. He aquí la paradoja: te mato porque me espías aunque nome puedas ver.
Obsesión enel 507 esmuchas cosas, es una pieza de arte polifónica, polisémica que nos permiteacomodarnos en el recuerdo de El Graduado, en la nostalgia de El Ladooscuro del corazón; que nos invita a inquietarnos con temas urticantes comola homosexualidad, el cáncer y la soledad; que nos hace trampas existenciales ynos lleva a preguntándonos: ¿quiénes somos las verdaderas tú y yo? La respuesta, estimo, que se parecemucho a la escena final de la película de Ridley Scott, Thelmay Louise (1991), es un salto al vacío…
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