Uno de los cineastas dominicanos mejor formado y de mayor futuro es mi amigo Juan Basanta. También pertenece a una casta rara de artistas criollos que tiene cultura. La Pasión Cultural, apresurada, abre sus telones para recibir un artículo que tan destacado realizador nuestro nos enviara. En el mismo Basanta hace un enfoque muy agudo sobre aspectos fundamentales requeridos para concretar nuestra Industria de Cine. Aclarando, como siempre, que los gráficos fueron insertados por nosotros, agradecemos a Juan Basanta esta entrega y damos por adelanto el primer aplauso a la misma. ¡Acción!
En cine aquí hay algo más que una cámara.
Por Juan Basanta.
Lo intangible de una película, eso único e inexplicable que nos emociona se logra con una combinación única de arte e industria, de tecnología y sensibilidad o viceversa. En cada película hay un mundo único que envuelve cada historia, cada pieza cinematográfica tiene su familia y es literalmente un hijo que llega en el parto con ganas de llorar, pero con un llanto que nos hace reír de alegría o nos deja sin aliento cuando no lo escuchamos. Ese llanto es la primera vez que su voz va más allá de los latidos en las sonografías. Así que hoy estamos aquí dando los pasos para ver florecer la industria cinematográfica dominicana ante nuestras pantallas y en todos los demás sectores de la industria y de otros que indirectamente también se benefician de ella.
Siempre sucede que cuando pensamos en el CINE solo vemos a una actriz y nos olvidamos de que ella brilla como una estrella por su maquillaje, por la luz que la resalta frente a esa pared que está justo detrás de ella, pintada el pintor de ese pueblo y porque en ese momento a esa hora exacta del día alguien dijo: ¡Acción!. Cada uno de esos maquillistas, luminotécnicos, pintores y trabajadores de la industria son personas con nombres y apellidos que integran un equipo que se alimenta del restaurante que queda en la plaza donde hicieron la película, en la que estaba ese actor que un día al cruzar por esa calle te dio su autógrafo.
El cine no empieza ni acaba en las pantallas, es un proceso elaborado con objetivos para crear riqueza con su negocio, pero contrario a otras industrias esta es multisectorial generador de una sinergía que se expanden como telaraña creando un “safety net" en sectores de nuestra economía informal y creando estructuras en la formal. El Cine como empresa es incluyente, esa es su gran virtud y al promoverla impulsamos muchos sectores. De ahí viene la importancia que le han dado otros países convirtiéndola en una punta de lanza de sus economías.
El cine no empieza ni acaba en las pantallas, es un proceso elaborado con objetivos para crear riqueza con su negocio, pero contrario a otras industrias esta es multisectorial generador de una sinergía que se expanden como telaraña creando un “safety net" en sectores de nuestra economía informal y creando estructuras en la formal. El Cine como empresa es incluyente, esa es su gran virtud y al promoverla impulsamos muchos sectores. De ahí viene la importancia que le han dado otros países convirtiéndola en una punta de lanza de sus economías.
Cuando un productor y un director se unen ya han afinado muchos temas, se ha hablado de todo desde un actor especifico hasta el tamaño de la multitud, desde música hasta colores, desde millones hasta centavos. No es una coincidencia es una estrategia en la que coinciden metas e intensiones.
¿Cómo incluimos en este universo de ilusiones nuestra República Dominicana? ¿Cómo entramos en un imaginario hecho de sueños con algo tan real y tangible como la realidad mundial y la nuestra? ¿A que debemos apostar? La respuesta es siempre la misma: con mucha pasión y trabajando el doble.
Pudiera dedicar unos párrafos a explicar que tenemos desiertos y playas, clima frío y ciudad colonial, que hay un casco urbano underground y edificios modernos. Que hay equipos suficientes para varios largometrajes simultáneamente. Que hay una ley de cine con incentivos fiscales de los que solo puede ofrecer un país soberano como el nuestro, que beneficia profundamente la industria local y promueve la inversión en el sector.
Para completar la apertura del país a un mercado internacional con la ley de cine, nos hará falta para atraer el capital extranjero, que no le interesa de ninguna manera un crédito fiscal local y, que más bien lo único que busca y ya ha encontrado en el mundo desde Nueva Zelandia a Hawai, desde Rumania hasta New Orleans es el cash back que en algunos lugares como en San Juan de Puerto Rico es de un 40% en papel, que se convierte en 35 a 25% efectivo real, de acuerdo a la tasa de intercambio generada según la oferta y demanda del momento. Si la República Dominicana no consigue crear un mercado de intercambio de estos créditos que convierta los pesos en dólares o peor aún si algún ministro decide que no son endosables mientras exista un déficit fiscal, no hay nada que buscar en el panorama mundial. Pero no debe ser así, pues ya existen quienes han logrado armar dentro de sus propias empresas el instrumento ideal de compensación de estos con el menor desperdicio en la comisiones que deteriorarían el valor original del crédito fiscal. Necesitamos eficiencia y competitividad de parte del sector privado además de una pronta y ágil gestión de su contraparte en el sector oficial.
Debemos sumar socios que aporten soluciones que muevan la veleta. Si es multisectorial el aporte, aspiramos al soporte de todos los que de una u otra manera se benefician con este sueño hoy ya tangible.
El cine no es de los cineastas, es mas somos simples intermediarios de un público que nos permite contar sus historias y luego nos las premian con su aplauso.
El cine no es de los cineastas, es mas somos simples intermediarios de un público que nos permite contar sus historias y luego nos las premian con su aplauso.
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