jueves, 18 de noviembre de 2010

Carta Abierta a Freddy Beras

Carta abierta a Freddy Beras

Queridoamigo:

Estamañana pregunté por ti y me dijeron que no estabas, que te ausentaste. No de laterraza de tu casa. No de tu propiedad en Constanza. No de Color Visión. No dela habitación del último hospital donde fuiste con la esperanza decurarte. ¡No! 

Estavez la ausencia es más seria y comprometida. ¡Tefuiste de la tierra, carajo! ¡Cuánto duele eso!

Finalmentete venció la enfermedad. Pero que formidable pelea le diste. Lo hiciste de laúnica forma que sabías hacerlo: de frente, mirándole a los ojos, desafiante,elevando la voz como el hijo del trueno que eras.

Peleastecon ella como el gran guerrero que  siempre fuiste. Sin doblegarse, sin traicionar,sin aprovecharse; pero sin ceder un milímetro, combatiéndola en cadapulgada del escenario que elegiste. Al estilo "freddyberas": siempreapuntando a la cabeza.

Asífuiste y seguirás siendo, amado amigo, no importa el lugar donde descansesahora.
Y digo"descanses" para respetar la tradición. Porque sé que ya estarásplanificando convertirte en duende protector de los dominicanos de menosrecursos. Esos que ayudaste durante décadas.

Derepente viene a mi memoria aquella vez que en una yola perforada, recorrimosjuntos durante una tormenta las inquietas aguas del Ozama para socorrer niños,mujeres y ancianos a punto de ahogarse. Recuerdo perfectamente las angustiasque viviste durante días antes de rescatar personalmente a las gemelas cuyopadre había secuestrado. Casi puedo aún ver tus lágrimas cuando entregaste a su madre aquel niño robado en España. Recuerdo, también, el resplandor de tu cara el díaque anduvimos kilómetros para descubrir lagos secretos en Puerto Plata.Recuerdo tu alegría desbordada cuando pudiste reconciliar aquella divididafamilia de Santiago. Prolongada fue tu risa al entrevistar aquel viejito quedescubría letras en las raíces de los árboles. ¡Cómo lloraste cuandoJuanita Morey te dijo que faltaba un "aire" al merengue que le habíancompuesto!

Tedesesperaba la impotencia de no llegar a tiempo para salvar un amigo. Tuidentificación con las viudas y madres víctimas del trujillato era sincera.Nunca aprendiste a soportar la corrupción gubernamental. Por eso, recuerdo,cuando presentaste mi obra "Amanda" en Altos de Chavón llevaste unospoderosos montantes con los nombres de los principales líderes políticos, losencendiste, los soltaste y deseaste que se fueran por fin a la estratosfera.

Así erasy serás, querido amigo, por lo siglos de los siglos.

Ahoraque te habrás ya convertido en duende debes estar planificando una detus travesuras, practicando con los ángeles algunos de tuschistes y organizando protestas celestiales; porque lo de inconforme nadie telo quita.

Aquí noeras perfecto. Claro que no. Y lo digo yo antes que algún cuestionado comiencea hacerlo. Eras humano. Muy humano. Así también era aquel muchacho de Nazaret.Primero fue materia divina; pero el Padre hizo su palabra carne para quepudiera redimir nuestros pecados. Sintió alguna vez hambre, quizás deseos, dolore indudablemente ira. Por eso tomó el látigo para expulsar los mercaderes deltemplo (Te gustaba decir que tomó el látigo porque no había una Uzi).

Entoncesno se pretenda que tú seas perfecto. No podrías serlo. No podrás, siquiera,resucitar como lo hizo el Jesús que siempre amaste, según contó María deMagdala para iniciar ahí mismo el cristianismo.

Noresucitarás, creo, pero serás partícula infinita esparcida enel cosmos. ¡Y esono es cualquier cosa, caramba!

Te diréalgo que no te va a gustar. Sé que quisieras que te recordáramos ahora en laalegría solamente. Pero, Freddy, eres único e irrepetible aunque te hayasmuerto "como cualquier muerto de estas tierras"

Te has ido. Ytu ausencia duele con ronqueras. Nos dejaste. Y no sabemos ahora, siquiera, dondepensarte.

Nopretendas, entonces, que ahora sonría. No puedo hacerlo. 

Telloro de escorpión a escorpión, de amigo a amigo, de hombre a hombre. 

¿Reír?¡Ahora no! Nadie lo hará por varios días. Lo que si haremos los quetransitoriamente nos hemos quedado aquí es… ¡aplaudirte de por muerte!


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