He hojeado algunas veces el album de aquel rídiculo desfile en la que Chapita paseó a su estúpida hija por calles de Santo Domingo luego de "coronarla" como Angelita I.
He estudiado cientos de libros sobre la terrible época trujillista en la cual se mataba prácticamente a mansalva. La historia de esa criminal familia, ninguno de ellos eran inocentes, me la he estudiado de arriba a abajo.
Laborando para el El Gordo de la Semana propuse a Freddy Beras Goico hacer un trabajo especial para un 30 de mayo. En esos menesteres entré en contacto directo con familiares de asesinados y torturados en la satrapía trujillista.
El programa especial, con filmaciones y entrevistas en vivo, duró más de cinco aleccionadoras horas.
Algo estaba claro para mi luego del trabajo aquel: el sentimiento antitrujillista estaba vivo entre familiares, allegados y víctimas del trujillato. Aunque siempre uno se pregunta: ¿Ocurre igual con el resto del país? Esta duda razonable nos obliga a estar siempre vigilantes de estos asuntos.
Cuando escribí y llevé a escena mi obra El Sucesor en la Sala Principal del Teatro Nacional, después de años de investigaciones y trabajo intelectual, volví a entrar en contacto con familiares y víctimas aún vivas de la tiranía, que contribuyeron a mis investigaciones y asistieron a casi todas las presentaciones.
La obra denunciaba, a pesar de los intentos de impedirla por un sector del balaguerato, las terribles hazañas de aquella familia de asesinos que gobernó este país por treinta dolorosos años.
Muchos de los asistentes eran vistos en los baños y pasillos del Teatro Nacional llorando aún su dolor y sus pérdidas.
Sobre la pieza se escribieron cientos de artículos, reseñas y críticas. Pero un artículo de un "interesado" cuestionó algunas escenas. Alegó que tal crueldad estaba un poco exagerada. Sin embargo, escritores descendientes de las víctimas le contestaron al estúpido que todavía fue peor lo que se vivió en el país cuando Trujillo, que lo presentado en aquella pieza en la aparecía Balaguer como el verdadero y único sucesor del tirano. ¿Alguna duda?
Esto indicaba que todavía había gente aquí, quizás de cierta manera involucrada con el cruento pasado que significó la Era, que quería esconder los hechos y presentar una aceptable cara de la satrapía. Pero también vimos que existe una resistencia emocional que no permitirá que olvidemos los crímenes cometidos.
Dentro de mi obra El Sucesor (Por la que Silvia Troncoso fue amenazada tan sólo por permitirla), producto de mis investigaciones, presenté una escena en la que Angelita Trujillo, luego de acostarse con un militar, lo asesina. De la realidad del hecho tengo muchos testimonios. Pero también se sabe que ella acosaba a cuantos hombres sexualmente les agradaban. Que ordenaba el destierro o la muerte de esposas de los acosados y hasta el asesinato de los citados hombres. La lista sobre este tópico es trascendente.
Angelita era una conocida estúpida incapaz de escribir algo más que cartas con serias fallas ortográficas. Jamás un libro. Empero, su estulticia la hacía mucho más caprichosa y peligrosa. Ciertemente ella era la hijta querida de papá. Pero no de un papá cualquiera, no. Ella era la hija predilecta y privilegiada de uno de los más crueles asesinos y ladrón de la historia de la humanidad. Su papito criminal le ofrendaba, cuando ella así lo demandaba cual Salomé caribeña, la cabeza de quien sea. Para esa familia la vida o la muerte del conglomerado no tenía ninguna importancia.
Indudablemente que hay, en estos momentos, una estrategia malsana para presentar una cara agradable del trujillato. De ello ya no tengo dudas. Estoy seguro que hay en marcha un bien orquestado plan, ideado por trujillistas que han permanecido durante años a la sombra, para presentar inventadas bondades de la Tiranía. ¡Quién sabe con cuáles oscuras y nefastas intenciones!
Aquellos libros de Peña Rivera, presentados y auspiciados por personajes dominicanos, no eran una simple casualidad. No lo eran. Las visitas de hijos del tirano al país y sus reuniones con altos mando militares tampoco eran casuales. Los aprestos de Ranfis Trujilllo, bestia hijo de la Bestia, de regresar al país para dar un Golpe de Estado (Lo que según algunos le costó realmente la vida) contaban con simpatizantes poderosos. No lo duden.
Las voces de intelectuales que ahora se escuchan tratando de justificar o presentar una cara menos cruenta de la tiranía trujillista, no son inocentes como quieren aparentar. ¡Noooooo! Aquellas muestras museográficas en San Cristobal fueron altamente sospechosas.
Tampoco son "casualidades" los libros de familiares que defienden ahora al villano e intentan macular a ajusticiadores y opositores del régimen trujillista.
Hay un plan trazado. Estoy convencido. Las señales con claras para mi.
Las reseñas del presente eslabón del plan no me dejan ya ninguna duda. No fueron "cualquiera" quienes organizaron el evento en el país para la puesta en circulación del libro de la enferma, soberbia, ladrona y asesina Angelita Trujillo. No eran unos pordioseros sin importancia quienes auspiciaban el acto. No eran figuras de pacotilla quienes harían las presentaciones y ponderaciones del nuevo libro loatorio de Trujillo. ¡No!
Se ha invocado la libertad de expresión para permitir, seguramente ante diligencias realizadas por influyentes, la presentación del atroz libro de Angelita. Pero como se ha explicado, aquí las actividades de este tipo que sirven de defensa y propaganda de aquel cruel régimen, aún están legalmente impedidas. Digo aún porque no se sorprendan que un día, antes de lo imaginado, llegue hasta el Congreso un proyecto intentando anular eso.
Pero aún más que las leyes y razones, tenemos los sentimientos, la sangre derramada, los asesinatos y la Historia que impedirán por siempre que, de cualquier forma, "vuelvan los trujillos".
Fue correcto que grupos de dominicanos, destaco la presencia de muchos jóvenes, levantaran sus voces y sus puños para impedir la afrenta.
Una sola cosa hicieron mal. Muy mal: No invitarme. En la próxima, estoy seguro que la habrá, tengo que estar ahí. Todos debemos estar vigilantes para que no ocurra. En ello yo estoy ideológica e intelectualmente comprometido. El país cultural nuestro también lo esta.
¡No a Angelita y al lodo con el cual pretende destruir algunas honras! ¡No a Trujillo y a sus crímenes! ¡No a sus auspiciadores clandestinos! ¡Asesinos se esa calaña aquí no volverán!
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