lunes, 20 de julio de 2009

El cine nuestro de cada día

El cine que actualmente estamos haciendo los dominicanos realmente no anda por buen camino. Las deficiencias argumentales, técnicas y actorales han llegado a un punto que prácticamente constituyen un escándalo. Y en algunos caso hasta una vergüenza nacional.
Sé que esta opinión mía va a irritar a muchos “cineastas” criollos. Unos, los más condescendientes, pondrán un truño y dejarán de hablarme, otros pedirán que mi cabeza se exhiba en una pica del Parque Independencia, algunos querrán que Leonel Fernández me declare sociópata nacional.
Soy mocado y miedo no tengo. Además, algunas cosas deben ser dichas ya, aunque se molesten los “dueños de la industria” y sus asalariados.
Nuestro cine de ficción, según constatamos en una pagina de Internet de la Dirección de Nacional Cine, comienza a realizarse en el 1922 (La leyenda de la Virgen de la Altagracia) con gran aceptación de público indican las crónicas de la época. Luego continúa con una comedia realizada en 1924 (Las emboscadas de Cupido). Se trataba de una ingeniosa y divertida película.
La tiranía trujillista cercenó el joven proyecto cinematográfico, que reaparece en 1963 con “La Silla”, de franklin Domínguez.
La historia habla de notables documentales realizados y hasta adaptaciones de singulares obras de nuestra literatura (Viacrusis, basado en un cuento del profesor Juan Bosch)
Estas realizaciones, indudablemente, trazaron un camino alentador, que se agiganta en el 1988 con la filmación de “Un Pasaje de Ida”, de Agliberto Meléndez.
Hasta ahí los trabajos en el celuloide marchaban bien. Ciertamente las películas realizadas hasta entonces tenían deficiencias imposible de negar. Pero sus guiones eran serios, el trabajo actoral de primera, la dirección rigurosa y la edición pretenciosa. Ante lo acontecido en la pantalla grande se pensaba que el futuro era promisorio.
No ha sido así. Aunque tenemos gente con buena formación cinematográfica en nuestras producciones de cine las fallas son alarmantes.
Aquí tenemos actores y actrices que no son segundos de nadie en ninguna parte del mundo; empero, la mayoría los “directores” y “productores” de películas dominicanos utilizan mucho personal de poco talento. Los guiones carecen de ingenio y las historias que presentan son verdaderas tonterías. El mal gusto campea por doquier. Las intenciones artísticas son virtualmente descartadas.
El panorama que presento es muy sombrío. No lo niego. Bueno, eso es lo que se ve en la pantalla grande del llamado “naciente cine dominicano”, que por serlo, según se nos reclama, hay que perdonarle su dislates.
Los espectadores dominicanos, en términos generales, han acudido a apoyar nuestras realizaciones fílmicas; pero ya han comenzado a fruncir el seño. Cada día uno ve menos público viendo nuestras películas. Algo que muchos veíamos venir. La mala calidad acaba ahuyentando a todos. Hemos sido compresivos; pero no más.
El “naciente” cine mexicano de hace más de cien años, es mucho mejor que todo lo que se está haciendo aquí en estos momentos. Su historia, su incidencia y repercusiones internacionales así lo demuestran.
Al parecer nosotros saltamos grandes capítulos de la historia del cine de otros países que nos hubiesen servido de experiencia.
Tampoco acepto el pueril argumento de las limitaciones económicas. Países con mucho menos recursos que nosotros hacen cine de mayor calidad que el de aquí. Películas que nos llegan de muy bajo presupuesto tienen facturas artísticas elevadas. Para hacer arte lo que hace falta es ser muy artista y menos negociante.
Por ahora dejo las cosas aquí. Esta es mi sencilla opinión. Pretendo, solamente, llamar la atención sobre el acontecimiento cinematográfico nacional y preocupar a los que aún tienen sensibilidad, porque quiero creer que aún no todo se ha perdido. “La Victoria” y “Pasaporte Rojo” nos demuestran que quedan esperanzas.
Entonces ¿quién le pone el cascabel al gato? Yo dije lo que tenía que decir, pero… ¡Oigan la bulla!

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