RECTAS DE HUMO EN EL MINISTERIO DE CULTURA
Por Giovanny Cruz Durán.
Robar, distraer,
dispendiar, malgastar o mal administrar los fondos en el Ministerio de Cultura
es un doble crimen de marca mayor. En muchos casos se comete un delito puro y
simple. En otros casos, el crimen tiene que ver con un vacío presupuestal que
impide ejecutar planes de desarrollo cultural allí. ¡Tamaño asunto!
La ley de
Administración Pública especifica, claramente, cual porcentaje del presupuesto de un
ministerio se puede destinar a cubrir gastos de salarios y cual otro monto debe
estar destinado a los planes de acciones y desarrollo de ese ministerio.
En nuestro país,
el clientelismo tradicional e histórico provoca grandes distorsiones
presupuestal en el Estado Dominicano.
En el Ministerio
de Cultura tales distorsiones suelen ser de bastante gravedad. Me explico: el
presupuesto anual de Cultura siempre ha sido muy inferior a las verdaderas
necesidades del sector. No obstante, el asunto es peor de lo que suponemos.
Esto, porque sabemos que sólo una parte del presupuesto anual asignado suele llegar
al ministerio.
Esto es así, porque para la mayoría de los gobiernos la Cultura no es una prioridad.
Hablemos claro.
Se había
comentado sobre el dispendio, o mala administración, que ocurría hasta hace
unos meses en el ministerio que ocupa nuestro interés y atención. Algunos de
los males llegaron al dominio público. Pero, en realidad, no sabíamos hasta dónde
llegaba el asunto. Estamos viendo ahora asomar las cacatas de Cultura.
Para ilustrar con el ejemplo les cuento: en
dicha cartera el actual ministro Eduardo Selman y la Contraloría de la República han encontrado una caterva de “botellones”
(léase: “personas que cobran sin trabajar.”), lo que urgió de medidas radicales.
El descaro del
asunto era tal, que hasta personas que no viven en nuestro país, habían estado
cobrando fabulosos sueldos, pagados con los impuestos que nuestros ciudadanos ingresan
al fisco.
Lo primero que se
hizo en Cultura, con paciencia, fue investigar directamente el tipo de
trabajo que cada empleado hacía en esa institución. Luego, se dio la
oportunidad a muchos de explicar la naturaleza y calidad de la labor que debía desempeñar.
Como entenderán, muchos no lograron justificar el sueldo devengado.
Ya pueden
imaginar cuál ha sido, entonces, el remedio inmediato: suspender a todo aquel
que no logra justificar con trabajo el dinero recibido supuestamente para hacerlo.
En algunos casos las correcciones han desatado las furias del averno y, en lugar de la humildad recomendada,
ciertos afectados han recurrido al insulto y a la calumnia.
En ese grupo,
como sabrán, hay amigos entrañables a los que, desgraciadamente, no puedo en este
caso respaldar. Por el contrario, las medidas disciplinarias y administrativas
que están implementando en Cultura para sanear la institución, cuentan
con mi absoluto apoyo.
Me he enterado
que Contraloría y el ministro nada más han empezado a soltar el brazo. Eso
si, están exhibiendo, desde ya, rectas entre las 90 y 100 millas. Los afectados
han procurado usar el bate para contrarrestar las bolas lanzadas; pero sólo
han conseguido batear de faul.
Ministro Selman,
señores de la Contraloría: hay más, algunos más “distorsionados”. Y hay otras,
algunas otras distorsiones. Sigan con sus rectas de humo y tendrán el
reconocimiento eterno del sector, que verá con mucho agrado que los recursos
del Estado se emplean, por lo menos allí, correctamente.
Me permito un
consejo: para que no se les “sienten” en el home a esperarles las rectas, tírenles
de vez en cuando algunas curvas. ¡Se poncharán!
Sabemos que
escucharemos alguna bulla durante un tiempo. ¡Bulla de play! Nada que no pueda apagar un
buen y justo...
¡Telón!
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