miércoles, 11 de noviembre de 2015

12 de noviembre



Nota: a las 12:01 (am) de mañana comenzaré a tomar tanto vino que no estoy seguro a dónde me habrán de conducir esos excesos. Por eso les regalo hoy, por si acaso, este poema. Por supuesto que ninguna intención tengo de que sea el último, por aquello del dos mil... siempre. 

12 de noviembre

Te celebro hoy en toda la dicha
de este venturoso mundo mágico
donde el tiempo fue y sigue siendo una quimera.

Te celebro en la palabra perdida
ida cuando se convirtió en profecía
sólo para volver a su origen: la Poesía.

Te celebro en todas las pasiones
que ha mucho describieron Ovidio y Paul Eluard
y en sus poemas que debí escribir primero.

Te celebro en el sol y sus lágrimas
porque de ahí viniste
y venimos
te irás
y nos iremos.

Te celebro en esos otros dioses ignorados
u olvidados
que susurran nostálgicos hechizos
en los oráculos antillanos.

Te celebro en cada una de las miradas amadas
que expectantes
jamás renuncian a su condición de espejo.

Te festejo en cada movimiento
de las negras cinturas caribeñas
peligrosas como sus antiguas travesías.

Te festejo en esos vocablos inconclusos
que enseñan el verbo atrapado en los silencios.

Te festejo en las leyendas ancestrales
que esconde la maraca
y el güiro
y la tambora
y la guitarra
y mis danzas.

Te celebro en el vino que llegó en tres carabelas
y en la chicha que bebimos antes.
Lo hago en los labios ofertados
temblorosos aún después de las caricias.

Te festejo en cascabeles y espejos
de los diablos cojuelos
esos dioses que saltan en mis laberintos interiores.

Te celebro en la renovada eternidad de cada día
que convierte los duendes en certezas y presente.

Te celebro en los dos cuernos de la luna
que se esconde detrás de la montaña
para evitar otros resplandores
y admirarse en los suyos 
cuando la histora se la devuelve el río.

Te festejo en la paloma y el gusano
en el pico del águila y en las plumas del perico
en el amor veloz del picaflor
en las hojas del viejo otoño
que son el primer aviso del invierno.

Te celebro en la correspondencia del cosmos y la arena
en la Singularidad que nos ha determinado
en la vida y en su otra hija:
                                    el edén vencido de los hombres.

Te celebro en Bizancio
en aquel 12 de noviembre
que brindaron por la boda de Zoe
en el de sor Inés
en el de Rodín
en todos los otros
y en los míos.

Te celebro en cada una de mis huidas
en las amadas que partieron
en todas las historias que escaparon
y en las que prometieron regresar y no han cumplido.

Te celebro en este nuevo otoño
en sus hojas amargas, difusas y tranquilas
en el sueño y la esperanza
en el amor aún pretendido.

Te celebro Ahora
que es el tránsito

y único tiempo definido.

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