“La peste de estos días”
Cuando caminaba hacia Guloya iba con ciertas aprehensiones.
Ha poco había salido muy molesto, casi ofendido, de una imperdonable e
insufrible realización teatral. Nunca tienen excusas los talentosos para hacer
teatro del malo.
“La peste de estos días” es un texto satírico del
notable dramaturgo dominicano Ángelo Valenzuela, que con esta pieza se pone en
contacto con los grandes escritores de la sátira clásica: griegos y
romanos. En la sátira, que es una
yuxtaposición de la tragedia, mediante la lúdica y la burla el autor nos sirve la
trama y su objetivo, haciendo contactos directos con la ironía. El género de la
sátira fue cultivado por los grandes pensadores griegos, inicialmente, y desde ellos
llega al drama. La sátira, aclaro, nada tiene que ver con la comedia, aunque
nos reímos en ella dada la manera en que dramaturgo y actores plantean la
denuncia.
Ángelo Valenzuela parte de un suceso rural,
cotidiano y común para desde allí hacer una magnífica y justa crítica social,
mediante el inteligente recurso de la sátira. Aunque nos divertiremos con la
pieza, la situación que nos presentan (de un hombre simple que acude al médico
por un dolor sencillo y termina siendo víctima de la ambición desmedida del
médico, también es traicionado por políticos y sindicalistas) es en el fondo hasta
cruel.
Tan solo el planteamiento, como denuncia social, que nos
sirve Valenzuela con su pieza, nos obliga a agradecérsela. Mas aún, cuando la
pieza está tan bien llevada dentro de los parámetros de la buena literatura
teatral. La sucesión de escenas cortas en la obra de Ángelo, le imprimen un
ritmo teatral que, indudablemente, despierta, durante todo el devenir del
montaje, el interés de los espectadores.
Sabemos que el trabajo de un director no es de “lector” de
piezas. Claro que no. Toda escenificación de un texto es una visión
personal de un director sobre dicho texto. Por eso diferenciamos en el Teatro: Texto Literario y Texto Escénico. Siendo este último, demás está escribirlo, el que
concurre a las tablas.
El texto de Valenzuela era propicio para que Claudio Rivera nos
muestre su asombrosa y excepcional capacidad creativa. ¡Cuanta rica imaginería
vi en la escena! Rivera, de entrada, se
pone en contacto con quienes originaron la sátira clásica, para mostrarnos la
efectividad del llamado Coro Griego.
Este recurso escénico ayudará muchísimo al enlace y al ritmo de la obra. Lo que
no se pueda lograr en transiciones de espacios y luces, el Coro de Claudio y Ángelo lo resuelve frente a los espectadores.
Señalo que Coro y Personajes recurrirán, también, a la
máscara (magníficamente realizadas por Miguel Ramírez) para lograr en este
montaje una muy necesaria multiplicidad.
Aquí debo destacar el planteamiento escenográfico y la
utilería. Con recursos sencillos, mas de imaginación creadora que de
otra cosa, Claudio Rivera logra una efectiva escenografía; demostrando que no
es necesario para el buen Teatro usar una aparatosidad que frecuentemente se
traga la actuación. Los biombos de metal con radiografías verdaderas usadas como
paredes, me obligaron a aplaudir la dirección teatral de “La peste de estos
días”. No hizo falta nada mas. Nada sobró tampoco. Todo allí era funcional y
teatralmente reciclable. Esto, porque la escenografía, en el concepto que nos
plantea la obra, tiene valor y significado dentro de la verdad teatral que nos
proponen. En un escenario los elementos no son verdades en sí mismos. En ese
espacio “divino” los creadores son los dioses que ordenan y gobiernan. Una mesa,
en esta obra, es al mismo tiempo una pared, un parapeto, un podio, una cama, un
escritorio, un mostrador y cuantas cosas se le van ocurriendo a Claudio y a sus
actores. Así mismo, el biombo es hasta telón de escena.
Renata Cruz Carretero logra conectarse muy bien
con Claudio Rivera y Viena González para crear el memorable vestuario de esta
realización. Comentaba con la gran actriz Yorlla Castillo, que me acompañó a ver la obra, que el vestuario de “La peste de estos días”
pasará a nuestra historia teatral como uno de los mejores jamás realizado. ¿Qué es un buen vestuario en Teatro? Es uno
que exprese claramente el criterio que tienen la dirección y producción sobre
el texto elegido. El buen vestuario debe contener los rasgos esenciales de la
sicología del personaje. Un buen vestuario debe saber “actuar”; es decir: no
debe ser una dificultad para los actores en escena ni competir con ellos. Igual,
un vestuario debe precisar, cuidadosamente, los colores que le van a los
distintos personajes. Renata, con tanta
imaginería como el director, aporta a la escena cuidado y calidad de gran producción.
La banda sonora (canciones populares y temas de
conocidas películas) fue utilizada bien ajustadas a las intenciones.
Las actuaciones en sentido general, son magníficas.
Por supuesto que Claudio (Plutarco Zabala) y Viena (Secretaria, Gobernadora, Evangélica
y Tía Odiosa), por aquello de que la sapiencia el Diablo la consiguió con su
larga vivencia y extensa cola, están brillantes. Me atrevo a asegurar que las construcciones
de estos personajes es el proceso creativo mas divertido que ambos han tenido
en toda su carrera teatral; algo que evidencian desde sus primeros minutos en
el escenario. El desdoblamiento de Claudio desde que nos “presenta” su personaje, es de aplauso. Y así lo hicimos. Él lleva el ritmo de la obra. Él la protagoniza. Él, como anti héroe, es el conflicto escénico.
Viena González logra desdoblamientos sorprendentes.
Aquí la hermosura de las máscaras de Miguel Ramírez y el vestuario de Renata
les sirven como soportes. Viena nos convence con sus personajes. Opino que el
de la Gobernadora y el de la Tía Odiosa (como diosa indostana) son los mejores de
los por ella realizados. Empero, todos son de antología.
Ricky Molina (Don Moisés Cortez) está correcto en
su papel de hombre sencillo e ingenuo. Creo que en la primera parte de su caracterización
está un poco frío y distante del personaje. Pero cuando las acciones le
permiten actuar, se desborda y nos convence absolutamente. Sus momentos finales
son de aplausos.
Víctor Contreras (Bocanegra y Sindicalista) está bastante
bien. Su momento cumbre le llega con el Sindicalista. En un breve
instante pareció distraerse y tomar en cuenta al público.
Juan del Villar (Chivilo, Doctor y Banquero) nos convence
mas con su caracterización del Banquero. Él es un talento que requerirá un poco
mas de trabajo en escena.
En Jéssica Pérez (Tripita y Colombina) tenemos un valor
teatral. Le pronostico un gran futuro en nuestro Arte. Su voz es
magnífica. Su sentido del ritmo es de aplausos. El manejo corporal es correctísimo.
Y lucía que se estaba divirtiendo en grande con sus caracterizaciones. En la
escena que desafía al Doctor Zabala logra sus mejor momento.
Doris Trini Sánchez (Belkis) es la esposa del estafado
enfermo. El momento interpretativo de sus angustias es muy bueno.
Donde me parece que debe trabajar es con el manejo de sus manos y su voz.
Aclaro, que ella tiene el mejor timbre de todos los que estaban en escena. Pero
eso puede convertirse en un problema si no se utiliza para suplir al personaje.
Doris luce enamorada de su voz. Por ello la siento mas a ella misma hablando
que a su personaje. El uso que hace de
su voz y de sus gestos imprimen a su actuación demasiada teatralidad. En esta
pieza hay mucha teatralidad; pero desdoblada intencionalmente. Este personaje y
el de Don Moisés Cortez, son los de la naturalidad. Para ser excelentes deben
cumplir a cabalidad esa condición. El sentido del ritmo de Doris Triny es bueno.
Quiero agradecer a Guloya por la noche que me han regalado,
por la magnífica atmosfera teatral que me ofrecieron con su puesta en escena.
Para este viejo hombre de Teatro no hay mejor regalo que el Teatro bien
actuado, bien producido, bien vestido, bien dirigido y bien escrito. Fue una
noche memorable. ¡El buen Arte me fue servido!
Me interrumpo porque ya debo irme a dormir. Así
que… caiga el inevitable… el siempre ineludible… ¡Telón!
9 comentarios:
Gracias estimado Giovanny!
Tus valiosas opiniones, fundamentadas, en tantos años de experiencias teatral, estudio y formación, son más que lapidarias, representan un impulso muy radical a nuestras acciones teatrales de cara hacia el futuro!
Nos comprometen y nos retan, abrazos y gracias de nuevo,
Claudio y Viena y todo el elenco de la "Peste de estos días"
Fuí a verla el fín de semana pasado y al igual que tú lo último que había visto en la más grandes de las salas del país, me había caído "como un peñón en un ojo"...aunque a tiempo cerré el otro y me escapé en el intermedio...
La Peste, es lo que debería de caernos a todos: un texto inteligente y de crítica actual con actuaciones dirección y puesta en escena creativsa y con una semiótica efectiva que nos deja disfrutar del teatro bueno.. ese que quiero un día hacer...
Gracias!!! Repito mis gracias porque ya leí la critica, muy completa y para nada excluyente, unas opiniones que te dan un buen rumbo de como va este montaje y te motiva, además, a querer ir a ver tan profesional trabajo de nuestro teatro nacional. Gracias, iré este fin de semana a disfrutar igual que tú, querido Giovanny.
Fantastico!
Gracias por compartirlo, excelente reseña.
Con el sello inconfundible de Guloya, La peste de estos días, es una sátira muy bien lograda que denuncia nuestra realidad, Claudio y Viena, tremendos creadores, se lucen nuevamente, aplausos para ellos y los demás participantes, y felicidades a Angelo por este nuevo y diferente montaje al del 2005, cuando lo dirigí por primera vez con el grupo Orgánico.
Muchas gracias, apreciado Giovanny! Sin desperdicio alguno!
Excelente
Afortunado: Así me siento luego de leer la crítica de Giovanny Cruz sobre “La peste de estos días”. Un hombre de teatro de los pies a la cabeza que con estas palabras hace una disección de esta pieza para mostrarnos sus características. Cuanto aprendemos de él!! Igualmente me siento conmovido por las opiniones de todas esas grandes personalidades que le han dado su visto bueno al montaje. Mas satisfecho no me puedo sentir y es un excelente combustible para continuar con otros proyectos en los que ahora trabajo. Un Reconocimiento muy especial a los extraordinarios Claudio Rivera y a Viena (acompañados de su equipo, por supuesto) por tan creativa y divertida dirección y producción. Por último, un abrazo fuerte a Ángel Hache, otro maestro quien también realizará la dirección un montaje memorable en el 2005 que disfruté de principio a fin. Gracias y un fuerte abrazo a todos.
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