“María
Taquitos”
El gran contador de cuentos dominicano Juan Bosch, solía
decir que contar es llevar cuentas…. y, específicamente, llevar cuentas ajenas.
Ciertamente que cuando los escritores relatamos, lo que en realidad estamos
haciendo es llevando las cuentas de otro.
Hay características generales sobre el cuento que están
hartas citadas. Por lo que no juzgo necesario recordarlas.
Sin embargo, en el caso particular del cuento infantil,
estas características son muy especiales, porque a quienes son dirigidos, fundamentalmente,
estos tipos de relatos, son lectores que aún están desarrollando sus gustos
literarios, la manera de captar los símbolos, de seguir las historias y de
llegar a través de ellas a conclusiones muy especificas.
Esto de escribir cuentos para infantes no es algo que podemos
hacer a la ligera. Es algo muy serio que requiere de mucha honestidad,
conocimientos literarios y de la sicología infantil.
Es necesario dominar, al menos, las características
generales antes de iniciar la hermosa aventura de escribir cuentos para nuestros
niños.
Veamos algunos aspectos de las características que he
aludido:
—En el cuento infantil la historia
no debe dar muchas vueltas. Tampoco debe alargarse. Es decir, como ya han
escrito expertos en la materia: este tipo de cuentos debe tener continuidad y
rapidez.
—La repetición de las acciones es
mandatorio. Nunca debemos olvidar que el lector a quien dirigimos estos
cuentos, aún no desarrolla todo el potencial de la concentración. Así las cosas,
este requiere que le vayan, en el cuento, refrescando los acontecimientos
importantes.
—La secuencia debe clara y directa.
—El protagonista debe ser
identificado inmediatamente. El lector no debe tener ninguna dudas de con cuál
persona, animal o cosa se va a identificar.
—La estructura del cuento infantil,
y esto es trascendental, preferiblemente debe ser llana y con pocos misterios.
Cuando colocamos estos últimos no debe haber mucha dificultad para
descifrarlos.
Los clásicos, y mas conocidos, autores de cuentos infantiles
son:
Hans Christian Andersen autor,
entre muchos cuentos, de: “Abuelita”, “El abecedario”, “El abeto”,
“Almendrita”, “El ángel”
Los hermanos Grimm, que escribieron: “Hansel
y Gretel”, “El lobo y los siete cabritos”, “Blancanieves y los siete enanitos”;
etcétera.
Charles Perrault, que escribió “La
cenicienta” y “La bella durminte”; entre otros.
Pero hay otros escritores emblemáticos que han escrito
cuentos para infantes:
Andrei Gorbovsky, Adolfo Bioy Casares, Alejo Carpentier,
Alexander Beliaev, Alfredo Julio Grassi, Allen Kim Lang, Ana María Matute, Ana Rosseti;
entre otros y otras.
En “María Taquitos”, el cuento de la actriz,
dramaturga y narradora Clara Luz Lozano, concurren las características del buen
cuento literario infantil.
“María Taquitos” es un relato lleno de imágenes y
símbolos, que al leerlo nos queda la sensación que lo estamos viendo como en redondas
pinturas sucesivas. Nos habla de las ilusiones y de los recuerdos compartidos,
de la asombrosa manera de cómo una niña, María, logra rescatar, primero, y preservar,
luego, sus mejores recuerdos. También nos cuenta de las ilusiones y quereres,
de los viajes interiores que puede realizar cualquier niño para construir su
particular y singular universo de
fantasías, formas, colores, recuerdos, medios y leyendas.
En el mundo mágico que construye la María Taquitos de Clara Luz Lozano, no hay lágrimas ni tristezas.
Añoranzas, sí, por la madre amada y nunca olvidada.
Desde luego que María
Taquitos, el personaje protagónico del cuento, no se queda , escapada,
viviendo entre las nubes. ¡No! Solo va a ellas procurando lo mejor de sus
emociones. Por aquello de que en el presente no podemos proyectarnos convenientemente hacia el futuro si no construimos la
estratégica base en el pasado.
Nuestra María Taquitos
viaja al espacio, ciertamente; pero regresará a nosotros para reír y carcajadas,
para cantar y contar las alegrías conquistas en su viaje; absolutamente reconciliada
con el sencillo, pueblerino y particular universo que le rodea. Eso sí, ya
nadie le podrá arrebatar esas ilusiones e imágenes que en sus nubes interiores
ha conseguido. Estas, se quedarán dentro de ella como tesoro bien guardado en
su cofre interior.
Por supuesto que en el cuento de Clara Luz Lozano se aprecia
una cuidadosa y basta cultura de literatura infantil, que como ya dije es la
que requiere de mayores y delicados cuidados.
Con estos parámetros, Clara Luz construye cada palabra, cada
imagen, cada símbolo y toda la historia de ese venturoso mundo mágico del que
nos habla la ya para mí inolvidable María
Taquitos.
Cabe destacar las delicadas y justas ilustraciones de “María Taquitos”,
realizadas magistralmente por Adela Dore. Estas ilustraciones proporcionan,
indudablemente, un atractivo adicional al relato que, por supuesto, celebro.
Mas celebrarán los lectores infantiles a quienes en verdad está dirigido esta
joya de literatura infantil, escrita por una artista dominicana. No obstante, en
lo que podemos llamara la “arquitectura” interior del cuento, encontramos imágenes
encantadoras que la artista gráfica Adela Dore inteligentemente descubrió y
colocó en la superficie material del relato impreso.
Hace un tiempo que
dejé de ser niño, pero con “María Taquitos” regresé, de repente, a las ilusiones
y fantasías de la infancia. Clara Luz, por breves momentos, me obligó a ser
nuevamente niño. Estén seguros que les pasará lo mismo.
Cuando crecemos, adquirimos una nueva familia; pero , sin
dudas, algo perdemos durante todo el trayecto hacia la adultez. Entre los
tantos valores que descubro en “María Taquitos” está, precisamente, el del reencuentro
con lo mas puro del pasado. Por eso, aún como adulto, disfruté de la lectura de
este cuento de Clara Luz Lozano.
Empero, debo admitir que, definitivamente, este cuento no
fue escrito especialmente para mí; sin embargo, cuánto he disfrutado al leerlo.
El gozo que me ha producido esta muy valiosa joya de la literatura infantil, me
obliga a agradecer a Clara Luz Lozano la hermosa aventura que resultó ser adentrarme
en este especial relato. Tanto, que no he podido evitar, desde que concluí la
última lectura que hice del cuento, repetir en mi cerebro su hermoso colofón:
María Taquitos
María Tacón,
subió a las nubes
sin ser avión
Pegó un brinquito
que la elevó.
Con su mamita
cantó y bailó.
Zapataquín, zapatacón,
que ya este cuento
se zapateó.
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