martes, 21 de julio de 2020

La cultura digital

La cultura digital
Por Giovanny Cruz Durán



Soy de los asumen como más que aceptables las informaciones literarias, científicas, sociales y artísticas que pueden encontrarse en las distintas plataformas digitales. La velocidad de la información es ahora meteórica gracias a Twitter, WhatsApp, Facebook y de los mismos periódicos, que se vieron en la necesidad de digitalizarse para poder seguir el ritmo del presente. Pero…

Hace una semana, entré a Pinterest a ver nuevas fotos de María Félix, la mujer más hermosa (y puntillosa) que ha existido en el planeta. Estando en esos menesteres me topé con una fotografía de un supuesto alineamiento, hace unos años, de Mercurio, Venus y Saturno sobre las pirámides de Giza, en Egipto. Leí el actual artículo que presentaba la foto y me quedé pasmado. Ese alineamiento jamás ocurrió. Aquello era noticia falsa. 

No crean que me asombré mucho del hecho, aunque sí me molestó bastante y preocupó más. ¿Cuántas personas leyeron y creyeron aquel disparate?

La preocupación viene al caso, porque cada día hay más personas en el mundo convirtiendo a las Redes Sociales en su lugar preferido de estudios y consultas. No pocos comunicadores de medios electrónicos de aquí, parecen creer que ciertos sitios digitales son ahora como los antiguos oráculos de Delfos. Esto es peligroso. 

Unos de mis médicos, la doctora Molina, en una ocasión me regañó porque estaba consultado demasiado al “Doctor Google” sobre un ganglio que se me había inflamado. Efectivamente, luego descubrí que casi todas las informaciones obtenidas de supuestos especialistas y enciclopedias de la salud, estaban equivocadas. ¡Grave asunto!

En el plano cultural, la gente está dando como un hecho todo lo asegurado en enciclopedias, revistas y artículos de supuestas “eminencias” de Internet. Igual dan como realidad absoluta todo lo que se publica antecedido de “Los estudios demuestran que…”.

Ciertamente, en el proceso cultural de estos tiempos, las plataformas digitales hacen una contribución. Empero, hay que tomar sus informaciones con pinzas y leerlas con muy potentes lupas. La cantidad de errores o imprecisiones que leo, hasta en enciclopedias famosas que se ofertan gratis en Internet, es alarmante. Y sabemos que los errores en libros, enciclopedias y ensayos son como los ratones en una casa: si vemos uno demos por seguro que hay muchos más.

Escuelas, academias y maestros son las reales entidades para la formación y el Conocimiento, Cuando éste se tiene podemos hasta discernir con coherencia de verdades establecidas… transitoriamente. Ellas nunca son inmutables para el Cocimiento, que es la única libertad verdadera.

Podemos, y debemos, seguir utilizando las informaciones digitales. Pero no demos como seguro todo lo que allí se afirma. Algunas veces cometen errores del tamaño del coliseo romano.

En el teatro solemos decir que lo único absolutamente real en la vida es el… ¡Telón!

viernes, 10 de julio de 2020

El origen de la Primera Dama

El origen de la Primera Dama
Por Giovanny Cruz Durán


Mary Clemmer Ames (corresponsal y escritora), Lucy Webb Hayes (Primera Dama USA) y Dolley Dandridge Payne Todd Madison (Primera Dama USA)

Ciertamente no tiene asidero legal el uso estatal del concepto Primera Dama.

Podría admitirse que algunas, en todo el mundo, han hecho una buena labor social. Empero, otras se convirtieron en un terrible dolor de cabeza para sus respectivos países; involucradas, incluso, en asuntos reñidos con la ley.

Tal y como ya se ha declarado, detrás del término y su concepto hay hasta contenido sexista y clasista. Algo que es tema importante en los parámetros actuales.

¿Dónde y cómo surgió este asunto?

Al rastrear la expresión Primera Dama, encontramos referencias de que se utilizó por vez primera, en un sentido similar al actual, en 1877, por la escritora y corresponsal Mary Clemmer Ames, quien al relatar lo ocurrido en los actos de posesión del presidente de los Estados Unidos de América, Rutherford B. Hayes, utilizó la expresión The first lady of de land para referirse a Lucy Webb Hayes (¿primera Primera Dama?), su esposa . También se da como fecha del origen de la expresión a 1911, cuando se estrenó la obra de teatro 
The First Lady of the Land, de Charles Frederic Nirdlinger, acerca de Dolley Dandridge Payne Todd Madison (¿real primera Primera Dama?), esposa de James Madison, presidente de los Estados Unidos en 1809.

Luego, se estableció el término Primer Caballero para los modernos casos en los cuales una mujer era jefe de gobierno.

Al suscrito, sólo por curiosidad, le ha interesado saber cómo nombrar a alguien cuando el jefe de Estado es homosexual. Por supuesto que hemos sabido de casos que eso ha ocurrido, pero como no ha mediado un matrimonio comprobado, no se acuñó el vocablo.

Sabemos que cuando el anterior embajador norteamericano (mismo aquel de la fiesta en la piscina de la embajada con un grupo de hermosos efebos), hubo en el protocolo del Palacio que hacer investigaciones para saber cómo tratar, oficialmente, el hecho de que estaba casado con otro hombre. Y digo “hombre” en sentido de uso común, porque en mi ignorancia no sabría de qué de otra forma situarlo.

He leído que en la actualidad el llamado DESPACHO DE LA PRIMERA DAMA tiene bastante más de mil empleados y un presupuesto realmente escandaloso. ¡Todo un injustificado dispendio!

Satisface mucho que el presidente electo, Luis Abinader, comience sus esperadas acciones de cambio por lo más cercano a él. Esa primera señal podría estar indicando mucho. Parece que tendremos orden, justicia y eficiencia. Y en algunas ocasiones… ¡Telón!

viernes, 3 de julio de 2020

La Cultura y el Arte en la Política

La Cultura y el Arte en la Política
Por Giovanny Cruz 



Es muy normal que en los países de democracia consolidadas, los artistas se integren a las actividades políticas. Es un derecho ciudadano y, quizás, hasta un deber.

En nuestro país es, relativamente, un fenómeno reciente. No pocos artistas y agentes culturales de aquí, han juzgado que participar en política merma su relación con el conglomerado que, supuestamente, lo sigue.

A mí, particularmente a mí, me ha parecido un contrasentido. Se supone que el artista es uno de los elementos sociales más sensible. Siendo así, divorciarse de lo que atañe al pueblo es de un egoísmo, o descaro, de marca mayor.

El asunto es que en la presente campaña electoral dominicana, la participación de artistas, en distintas fuerzas políticas, ha sido muy marcada. Por supuesto que dicha participación ha puesto una diferencia.

Quienes nos hemos abanderado por uno o por otro, hemos mantenido la elegancia, sapiencia y educación. No hemos estado fuera de las pasiones; pero nunca éstas han sacado a nadie de sus casillas. Recientemente vi un vídeo en el cual un dirigente del partido de gobierno conminaba hasta matar personas con tal de quedarse en el poder. Eso nunca se le ocurriría a un artista. Dentro de menos de 48 horas los colores partidarios de camisas y gorras desaparecerán de nuestras cabezas y regresaremos a los especiales colores de nuestras actividades primarias.

Particularmente tomo muy en serio eso de suspender las actividades proselitistas días antes de las elecciones. Lo he hecho.

Es buena ocasión, entonces, para regresar a mi actividad esencial: la Cultura. Les dejo varios links de mi canal de YouTube, por si les ha faltado algunos por ver.

En mismo Diario Hispaniola y en esta La Pasión Cultural pueden encontrar los links de las 10 premisas inmutables para el actor y los de las premisas sencillas para el dramaturgo que comienza.

En lo que llegan las horas de votación, esto podría servir para amainar la incertidumbre que siempre acompaña a la espera. Si me otorgan el honor de suscribirse a mi canal, estaría hasta agradecido.

Testimonios gráfico de Giovanny Cruz

Spor Los Cuentos del Otro:

La cocina también tiene sus historia:

La historia secreta de Romeo y Julieta:

La Dramática: el teatro revoluciuonario de Juan Pablo Duarte (1)

La Dramática: el teatro revoluciuonario de Juan Pablo Duarte (2)

La Dramática: el teatro revoluciuonario de Juan Pablo Duarte (3)

La Dramática: el teatro revoluciuonario de Juan Pablo Duarte (Addendum)