sábado, 23 de julio de 2022

Traición en escenarios nacionales

Por Giovanny Cruz Durán

(Escritor, hombre de teatro y Académico de la Lengua.)


¿Quién le ha dicho a productores y directores que el público quiere escucharlos luego que actores y actrices han terminado su labor en el escenario? ¡Tamaña necedad!


 

Seis producciones teatrales dominicanas de calidad.


 

El teatro es un convencionalismo entre espectadores y artistas. Se establece un acuerdo, nunca firmado, pero sí aceptado, entre actuantes y público. 

 

Este, mediante ese acuerdo o pacto, asume las verdades escénicas como reales. Sabe que en el teatro las manifestaciones de odio, deseo, ira, amor, etcétera; son ciertas sólo en las verdades teatrales. Su lenguaje y códigos, entonces, son únicos.

 

Es una aceptación de ese universo de otras realidades (¿o paralelo?) el asombrarnos, sufrir o alegrarnos ante la muerte o la vida que discurre en el escenario. El espectador sabe que esa actriz o actor realizan acciones que son sólo propias del personaje que caracterizan. Y es esa realidad del arte la que convoca a los espectadores.

 

Por todo esto, resulta de muy mal gusto algo que se ve en los últimos años en el teatro dominicano, supuestamente profesional. Y digo… “supuestamente” porque esa acción refleja, precisamente, una carencia de profesionalidad. Al mismo tiempo es una desconsideración a los espectadores, a los artistas que suben a escena y al teatro mismo. Se trata de una práctica de aficionados de la peor calaña. Una traición.

 

Hago referencia a la tendencia, cada día más arraigada, que tienen productores y directores teatrales de aquí de disparar, en el correcto uso del vocablo, un discurso (insufriblemente largo e insustancioso) luego que ha concluido la presentación de la puesta en escena.

 

Con esa estúpida y necia acción le quitan al teatro uno de sus requisitos mágicos. El espectador es con las imágenes, palabras y acciones que han visto en el escenario con lo que debe quedarse e irse del recinto teatral.

 

Los jueces hablan por sentencias, los escritores a través de las historias que cuentan, los dramaturgos mediante las tramas de sus obras y los directores lo hacen usando sus puestas en escenas como su vehículo comunicacional. Una pieza teatral que tenga que ser explicada o comentada después de la presentación, debería volverse a ensayar desde cero.

 

El saludo FINAL del artista (siempre en silencio, ¡CARAJO CARAJETE!) es un signo de su honestidad teatral. Con éste, se le agradece al espectador el tributo que consigna su presencia en la platea.

 

Productores y directores teatrales, propiamente como tales, no son parte del arte que ha convocado a los espectadores al teatro. Los productores, directores y técnicos no son elementos esenciales de la misa escénica. 

 

Es insoportable, aparte de irrespetuoso, que el productor y el director disparen a los espectadores una monserga de agradecimientos y hasta de comerciales al terminar la representación. Esto se ha hecho típico en la escena nacional. ¡Qué soquetada!

 

Es algo que no se ve en el trabajo profesional de otros países. No. Las últimas palabras que se tienen que escuchar en un escenario, son las escritas por el dramaturgo y ofrecidas al espectador por actores y actrices.

 

Les aconsejo a todos que, una vez concluida la función que fueron a ver, luego de haber otorgado el tributo que constituye el aplauso (si el trabajo es merecedor de él), se paren y salgan del edificio teatral. El compromiso de ustedes como público concluye con el aplauso. ¡Márchense! No toleren a productores y directores necios, esos que traicionan constantemente la sacralidad del arte que están llamados a defender, la molestia del discurso antiteatral e irrespetuoso que suele escucharse en los escenarios nuestros. 

 

Si el productor quiere hablar en el proscenio que construya un personaje, se maquille, se ponga un vestuario apropiado y repita parlamentos escritos por el dramaturgo. Fuera de ahí que… ¡salga del escenario y deje el lugar para los ARTISTAS ESCÉNICOS!

 

A los discurseadores” o asesinos de momentum teatral, díganles que los he autorizado a ponerles una mordaza, para que no sigan prostituyendo la escena y desconsiderando al artista, y a tirarles en sus propias caras un violento…

 

¡Telón!

 

 

 

 

 

miércoles, 13 de julio de 2022

Viajeros del tiempo en los espacios de la luz

Por Giovanny Cruz Durán.




Los telescopios Webb y Hubble (viajeros espaciales) han logrado extraordinarias imágenes de millones de galaxias, en las que aparecen miles de millones de estrellas con innumerables sistemas planetarios.

 

Las galaxias se forman de materias ordinarias que se juntan y cohesionan dentro de la llamada Materia Oscura que las rodea. Ésta es una materia, invisible al ojo humano, que rodea a cada una de las galaxias y es, dicha Materia Oscura, la responsable de que las diferentes galaxias se mantenga unidas dentro de sí mismas. Hay casos en los cuales dos galaxias se estrellan una con otra y terminan canibalizándose. ¡Asombroso!

 

—¿Los he mareado?


Nacimiento de una galaxia.


Resalto que en todo esto hay un orden matemático. Si esa matemática hubiese fallado, no se habría formado el universo. Si en esa “explosión” (recuerden que el término Big Bang sólo es un chiste que hizo alguna vez un científico) no hubiese habido un orden matemático, las partículas cósmicas (galaxias) resultantes, hubiesen colapsado hace millones de años. Si esa matemática falla ahora, si no es capaz de organizar hasta las necesarias canibalizaciones galácticas, llegaría el Caos definitivo y determinante.

 

Si faltara el plantum en los océanos, los peces pequeños no podrían alimentarse. Si éstos no prosperan, los grandes animales marinos morirían de hambre. Si la tierra no ardiera en su centro, se destruiría nuestro planeta. Si ardiera demasiado, si no existieran los inviernos exteriores... sucumbiríamos. Pues ese mismo proceso de vida ocurre en el multiverso.

 

Todos, el universo y particularmente nosotros, vivimos pendulando de algo que conocemos muy bien los seres humanos y que debemos tener el cuidado de no ponerlo en peligro: el equilibrio.

 



Inicio del universo.

 


A ese equilibrio cohesionante, inimaginablemente pequeño, del espacio del cual venimos, y probablemente hacia donde vamos; para que el siempre limitado pensamiento del Hombre pudiese entender, le asignamos el vocablo Dios, creado por nosotros al no poder entender los grandes enigmas de un universo cuya creación jamás ha terminado. 


Lo que nos causa ansiedades y sobresaltos cósmicos, porque el tú-nosotros universal o él-ello también es parte de esta transición... de esta expansión. Porque él-ello, y su universo, también está evolucionando procurando el equilibrio final. Eso deberá ocurrir cuando las millones de galaxias sigan siento inmensas, pero tan densas que sin perder sus intensidades quepan dentro de una nueva Singularidad, que hoy sabemos es un incesante viaje por el tiempo y a través de la luz.

 

—¿Entonces, es ése el verdadero propósito universal? ¿Hacemos un viaje que nos conduce hacia la vastedad inextricable de la Muerte (como diría Camus) y comenzar otra vida justo en el origen? Entonces, si es así, ¡tampoco la muerte existe! Apenas es otro viaje.

 

Efectivamente, nuestro Dios-universo ha estado viajando dentro de una singular intensidad, que requiere de ese curvado viaje para curar sus imperfecciones (¿o “heridas”?), para lograr el último e imprescindible equilibrio. ¿Para en él ser infinitamente tranquilo y feliz? ¿O no?


¿Han escuchado la expresión de que somos hijos de la muerte? La decimos algunas veces y no sabemos que, literalmente, venimos ciertamente de ella. Cuando una estrella explota... muere. De su núcleo salen, entonces, los elementos que han formado todo lo que conocemos del universo. Nuestro sol es un residuo, de tercera generación, de otras estrellas. Igual que nuestro planeta. Pero —¡asombroso!— también nosotros somos... polvo de estrellas muertas. Entonces... polvo somos y en polvo, finalmente, nos convertiremos.


Creo haber explicado (¿o comprendido?) el ciclo: como entes del universo, empezamos un viaje procurando el vellocino de la perfección para regresar después justo al punto de partida.

 

—¿Podría gritar... Eureka?

 


Paradoja de tiempo.

 

La cautela me condiciona y un asunto inquieta todavía (¿uno solo?): si este proceso, acaso ha ocurrido en una burbuja de curvatura del espacio-tiempo, todo esto ha sido sólo una paradoja y cuando regresemos podríamos enterarnos de que en el espacio-tiempo esto no ha ocurrido en miles de billones de años como hemos supuesto; sino en menos de una micra de segundo.

 

—¿Acaso yo-tú apenas hemos sido una quimera? 

 

En mi caso, hago evidente que viajo entre la Física y la Filosofía. Pero… ¿son ellas realmente antagonías?

 

Guardo silencio durante un rato para luego, entre dulzuras, seguir viendo a las estrellas y solicitar que esta vez corra despacio el... ¡Telón!

 

lunes, 4 de julio de 2022

Literatura dramática dominicana y transculturación afro-caribeña

Por BIENVENIDA POLANCO-DÍAZ 

 

La autora de esté ensayo, licenciada Bienvenida Polanco-Día, es una reconocida investigadora dominicana, catedrática, editora y conferencista internacional. Ha estudiado Educación / Filología-Teoría de la Literatura en Pucmm / Universidad de Valladolid, España. Estudió en Academia Diplomática de Chile / Curso Superior de Relaciones Publicas. Estudió en Politécnico Femenino Nuestra Señora de las Mercedes. SJ, Jesuitinas. Ha sido catedrática de la UCAMAIMA y antologista.


En el Coloquio Internacional sobre Transculturrización de la Habana se presentó esta ponencia que, debo admitirlo, me toca de cerca puesto que, partiendo de preceptos generales, habla del fenómeno literario que constituye mi obra AMANDA, su publicación en la antología internacional DEL PALENQUE A LA ESCENA (prologado por el antropólogo y Premio Nacional de Literatura, Carlos Esteban Deive), en la antología  CLÁSICOS EN LA LITERATURA DRAMÁTICA DOMINICANA (antologado por la propia Polanco-Díaz). AMANDA, junto al estudio de Deive, también fue publicada por el Broward Center for the Performing Arts, Andrew W. Mellon Foundation, University of Miami, 2002.

Esta ponencia de Bienvenida Polanco-Díaz fua publicada en el diario El Caribe. Me he encontrado con ella hace poco y voy a publicarla ahora en LA PASIÓN CULTURAL.

(La composición gráfica que incluyo es original de LA PASIÓN CULTURAL)


 “La pieza Amanda escrita por Giovanny Cruz Durán da vida artística a una experiencia vital en el imaginario de la afrodescendencia, común al ámbito del Caribe: conjura la diversidad étnica con poesía, ritmo y movimiento. Elementos míticos, cómicos y trágicos sirven de sólido tablado para recrear una historia que devela una rica herencia cultural, a través de los ritos sacro-mágicos del vudú.”


                       

El historiador Gordon K. Lewis ha rearticulado varias de las características distintivas de la región Caribeña isleña. De acuerdo con el profesor Lewis todas sus sociedades miembros, aún con sus propias individualidades, han estado forjadas desde el principio por las mismas fuerzas arquitectónicas de conquista, colonización, esclavitud, monocultura del azúcar, colonialismo y el mestizaje racial y étnico junto al desarrollo de una cultura popular que incluye innúmeras erupciones creativas mostrando un sincretismo de formas y tradiciones indígenas, africanas, asiáticas y europeas (Lewis, 1983). En el proceso transcultural presentó, durante cuatro o mas siglos, una historia centrada en lo europeo y se representaron obras para un público de la élite colonial.


Establecidos los parámetros expuestos por Lewis es posible referirnos, respecto a la Dramaturgia a un teatro paralelo al eurocéntrico propio del colonialismo existente, otro tipo de representación que era a su vez más ancestral, vital y extensiva: eran las “obras” orales, los espectáculos populares, las ceremonias y los rituales de las comunidades excluidas del poder, generalmente campesinas, entre ellas las africanas; formas teatrales antropológicas que se complementaban en la música y el baile enmarcados en parámetros de performance popular.


Finalmente, el texto teatral literario como una forma viable de expresión artística es mucho más reciente y su desarrollo corresponde principalmente al surgimiento de los movimientos nacionalistas e independentistas del siglo XIX y más especialmente del siglo XX. Resulta una realidad que el teatro hispano-caribeño constituye un híbrido de lo nuevo y lo viejo, del presente y el pasado, de la experimentación y la tradición; una forma sincrética que comparte con las dramaturgias latinoamericanas la misma historia criollizada y mestiza.


La producción de piezas de imaginario de alto impacto desde la estética de la recepción teatral se ha reforzado con textos literarios afro-latinoamericanos ya posicionados en la escena mundial. Ejemplos de importancia son los siguientes: de Jorge Emilio Cardoso El desalojo en la calle de los negros –The Eviction on the Street of the BlackPeople-de 1992; de Costa Rica, El trepasolo, por Quince Duncan –The Lone Climber- de 1993;o de Juan Tomas Avila Laurel, Los hombres domésticos –Homeboys-, publicada en 1992.


En La Habana, San Juan y Santo Domingo tales representaciones de tema afro se han rastreado casi hasta el descubrimiento y disponen de una documentación detallada (Deive, 2015).

En la isla de Puerto Rico inició una tradición la pieza de Alida Subirá, titulada Tun, tun de cielo y tierra, que presentó un universo de gran textualidad pintoresca, popular y folclórica; la autora hace una síntesis del mundo que describe abordando las costumbres y creencias de los negros sin faltar el tratamiento de la religiosidad afrocristiana que aparece desplegada en la temática y en los personajes de la intriga. Loiza Aldea es un pueblo del norte de Puerto Rico cuya población es auténticamente negra.


Los dramas cubanos de tema afro son los más numerosos entre los autores antillanos de habla hispana. Son importantes, entre otras, las piezas Parece blanca: versión infiel sobre una novela de infidelidades,1994,deAbelardo Estorino López; Ruandí de Gerardo Fulleda León;Odebíel cazador de Eugenio Hernández Espinosa; y El rescate de Shangó de Tomás González Pérez.

Un conjunto representativo de piezas de esta naturaleza, de afro-transculturación, incluida la pieza Amanda, del dramaturgo dominicano Giovanny Cruz Duran fue compilado por Juanamaría Cordones-Cook y María Mercedes Jaramillo en el texto Del Palenque a la Escena: Antología Crítica del Teatro Afrolatinoamericano, una edición de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, en 2012.


La pieza Amanda escrita por Giovanny Cruz Durán da vida artística a una experiencia vital en el imaginario de la afrodescendencia, común al ámbito del Caribe: conjura la diversidad étnica con poesía, ritmo y movimiento. Elementos míticos, cómicos y trágicos sirven de sólido tablado para recrear una historia que devela una rica herencia cultural, a través de los ritos sacro-mágicos del vudú. El vudú, originario de África Occidental, es una de las más antiguas expresiones religiosas del mundo. El tráfico de esclavos hacia América produjo un fuerte fenómeno de sincretismo entre esta compleja y bien esquematizada mitología yoruba junto a las de otras culturas africanas y las creencias cristianas, así como con las religiones nativas de los lugares a donde se transportó a los esclavos.


La variante resultante del sincretismo que se produjo en el área del Caribe entre las creencias que poseían los esclavos trasladados desde el África Occidental y la religión cristiana católica practicada mayoritariamente en esas tierras la convirtió en manifestación teísta de un sistema animista provisto de un fuerte componente mágico. Su práctica presenta una vinculación directa con la cosmología y los sistemas de creencias propio de los tiempos neolíticos. La obra del dramaturgo dominicano asume como centro temático el vudú; Amanda es, sin embargo, una obra profundamente trágica en la que lo sobrenatural predomina sobre la acción.


La música, el canto, los tambores, la danza, el vestuario, la escenografía, la risa, el llanto y las sonoras palabras de origen africano articulan un universo dramático lleno de sugerencias basado en una forma religiosa ancestral, un sistema ritual que los esclavos africanos traídos a la isla Española o de Santo Domingo conformaron a través de un largo y complejo proceso de transculturación.


Amanda la protagonista de esta pieza teatral es una firme creyente y todo su comportamiento está supeditado a la omnímoda voluntad de los misterios. Por otro lado el amor que siente por el baile no tiene límites; se entrega a él con un ímpetu que rebasa los sentidos y al moverse, todo su cuerpo se sacude y convulsiona con frenético arrebato. Amanda es pura vibración rítmica de músculos, fibras y nervios que se agitan a cada golpe acompasado del atabal; la música escandila, saca de quicio, transforma y posee a la mujer.


En la trama de la pieza el personaje principal había prometido a CandeloSedifé —uno de los luases o divinidades voduistas— que consagraría su vida al baile, pero se reveló contra él, incumpliendo el compromiso para complacer a su marido. Candelo, enojado y vengativo, la abandonó en manos de los petroses y guedeses, seres maléficos y genios de la muerte.La mujer entra en una especie de paroxismo agónico y pide la ayuda de Anaísa Dante Pié, metresa o luá femenino, la cual, por intermedio de la Niña, su “caballo”, le aconseja que vuelva a bailar para Candelo. Intentando solucionar la situación Amanda viaja a Haití, tierra de eficaces hechiceros, para que uno de ellos la libere del mal que le aflige. A partir de entonces la conjura dramática se acelera dando paso a la tragedia. Amanda se estrenó el 16 de mayo de 1991.


Referimos además la edición publicada de Amanda por el Broward Center for the Performing Arts, Andrew W. Mellon Foundation, University of Miami, 2002. El historiador Carlos Esteban Deive hace la presentación de la pieza, misma que se incluye en la compilación de Cordones-Cook.