El rostro de Shakespeare
y
la causa real de su muerte
Por Giovanny Cruz Durán.
Las informaciones que, día a
día, me van llegando sobre William Shakespeare, imposibilitan que de por
concluido mis estudios sobre el llamado Poeta de Avon. Su vida y muerte están signadas
por grandes misterios.
Desde la misma época en la cual
vivió, hasta ahora, ha habido serios cuestionamientos a él como el real
dramaturgo que escribiera las 36 obras suyas que se conservan en la actualidad.
Nunca, hasta
ahora, se ha podido afirmar sin duda alguna, cuál era su verdadero rostro.
Igual ha ocurrido con la causa real de su muerte, ocurrida el 23 de abril (3 de mayo en nuestro calendario gregoriano) de 1616.
Pero recientemente se han hecho estudios, partiendo de una máscara mortuoria del Bardo, que ayudan mucho a disipar la bruma de algunos de los misterios que han perseguido, durante cientos de años, al
dramaturgo y poeta inglés.
Hacer máscaras en yeso, u otros
materiales, de personalidades vivas era costumbre arraigada hasta hace unos
pocos años. Misma costumbre existía de hacer ese tipo de máscara sobre los
cadáveres de famosos.
La de Shakespeare se habría
realizado justo al momento de su muerte (¿o días después a su cráneo hurtado?).
Los estudios indican que la suya ciertamente corresponde al 1616,
lo que le da cierta autenticidad.
Esta máscara mortuoria fue
descubierta en Alemania en 1842, en un centro de venta de desechos u objetos usados. ¿Pueden
imaginarlo? Algunos habían manifestado durante años ciertas inquietantes dudas sobre su autenticidad.
Igual
ha sucedido con el llamado Retrato Cobbe. Dicha pintura, comprobablemente
realizada seis años antes de la muerte de Shakespeare, ha pertenecido durante
siglos a la familia Cobbe. Quien la habría recibido del conde Henry Wriothesley, el gran mecenas de William Shakespeare. En 1980 dicho cuadro le toca como herencia a Alec Cobbe.
Un
retrato similar, antiguamente exhibido en la Biblioteca Flager Shakespeare de Washington, había sido dado como autentico hasta que,
hace setenta años, se demostró que era una copia modificada de algún original.
Alec Cobbe al lado del retrato de Shakespeare |
Pero, en el 2006, en una exhibición shakesperiana, Alec Cobbe descubre que en su casa
él tenía un retrato similar a las copias de retratos de Shakespeare que estaban exponiendo. Presenta el original suyo. Le hacen cientos de estudios. Todos
determinan que fue hecho, al menos, en la misma época en la cual vivió el autor de «Hamlet». Desde
entonces se da prácticamente como un hecho, que ese es el auténtico, y único,
retrato de William Shakespeare.
En una investigación que se ha
catalogado de policial, dado los métodos de comprobaciones empleados, han
logrado sobreponer las imágenes en 3D de la máscara mortuoria de Shakespeare
con el Retrato Cobbe. El resultado es de una asombrosa coincidencia en los
rasgos. Los científicos han concluido que se trata de la misma persona. Igual
han hecho con el busto del Poeta de Avon que se encuentra en su tumba (el cual
en su momento fue alabado por la viuda de Shakespeare). Resultados similares de
coincidencia ha habido a los del Retrato Cobbe.
Mediante estos procedimientos y
sus comprobaciones, se ha logrado hacer una imagen tridimensional bastante
creíble del Bardo. La oportunidad fue
inmediatamente aprovechada por otros científicos para estudiar concienzudamente
otros aspectos del autor de «Romeo y Julieta».
La causa de la muerte de este
inmenso escritor había sido achacada a circunstancias para nada geniales. Resulta, según la vieja
versión; Shakespeare, junto a sus colegas Ben Johnson y Michel Drayton, celebrando un nuevo
proyecto literario, se había dado una borrachera tan grande cuya resaca lo postró
en cama con muy alta fiebre y finalmente murió.
Siempre causó extrañeza, sin
embargo, que su muerte ocurriera una semana después de hacer su testamento. Precisamente, los rasgos de su firma en el testamento de marras lucen imprecisos.
Como si hubiesen sido trazados por una persona temblorosa.
Rostro tridimensional de William Shakespeare |
Analizando en 3D el rostro de
Shakespeare, científicos alemanes han descubierto que
(evidencia en el ojo izquierdo y en un lóbulo de su frente) habría muerto
de cáncer.
La supuesta prohibición (tal y
como aparece en una placa frente a su sepultura) de que nunca abran su tumba,
dificulta algunas comprobaciones definitivas.
Empero, escáneres realizados a
la tumba, han revelado que el cráneo del allí enterrado no se encuentra. Fue
hurtado. Esto abre, a pesar de lo
macabro, una posibilidad. Quien lo haya sustraído lo habría hecho, presumiblemente, para conservarlo. Entonces, cabe esperar que de la misma forma
que han aparecido la máscara mortuoria y el Retrato Cobbe, un día aparezca el
cráneo y tendremos entonces la magnífica oportunidad de completar estudios.
Mientras, este dramaturgo dominicano
celebra todos estos nuevos descubrimientos y espera por futuras indagaciones
para contarles inmediatamente a ustedes las novedades.
Los datos que he reunido hoy, y que
me he apresurado en escribirlos aquí, me emocionan mucho. Empero, voy a tener que
volver a solicitar, un tanto inquieto, el siempre inevitable... ¡Telón!
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1 comentario:
Excelente! Gracias por su aporte de iluminación a nuestro existir!
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