miércoles, 5 de octubre de 2016

Yo, tan humano como el que más...


Yo, tan humano como el que más, he transitado por el amplio espectro de las pasiones humanas.

Y yo, tan humano como el más, he sido conmovido indistintamente por la flor y el fuego.

Yo, tan humano como el más, vivo entre sol y luna. Por eso frecuentemente camino por los paraísos de Milton o desciendo a los infiernos de Dante.

Yo, tan humano como el que más, he tenido las mejores intenciones para otros y algunas veces pensamientos malsanos contra unos pocos.

Yo, tan humano como el que más, tengo miedo del daño interior que me puede causar la soberbia.

Yo, tan humano como el que más, sé lo efímero que puede resultar el Poder y hasta la misma amistad.

Y si acaso lo olvido, dos expresiones muy sabias me obligan a recordar.

Una, es una aleccionadora alocución latina: “Cave ne cadas” (Cuídate de no caer). Esto solían decirle a los vencedores romanos para recordarles que, efectivamente, quien está encumbrado algún día dejará la cima. Y entonces... entonces... entonces cuando caiga... cuando caiga... ¡el dolor!

La otra es un oración que leí en “Memorias de Adriano” (de Marguerite Yourcenar): “Lo único fiel a uno son los enemigos”.

Es que los amigos van y vienen. Pero lo enemigos te acompañarán durante toda tu vida. Y estarán esperando SU momento para activarse.

Entonces, uno debe evitar la soberbia que frecuentemente genera el Poder y la verdadera Ignorancia.

De esta única manera podemos ser capaces de actuar con justicia, prudencia y equidad. Y, de pasada, evitar a los fieles enemigos y a su impostergable puesta en marcha.

Esta reflexión la hago, recuerden, sólo porque soy tan humano como el que más. Aunque alguna veces un tanto diferente, como artista sensible, suelo (luego de consultar a los oráculos de Delfos) hacer premoniciones.

¡Cave ne cadas!