lunes, 29 de julio de 2019

Premisas elementales para escribir teatro

Premisas elementales para escribir teatro


Introducción:
Ocasionalmente a todo dramaturgo alguien preguntará: 
     —¿Cómo escribir una pieza de teatro? 
La respuesta parecería simple. No es así.
Mi experiencia corrigiendo textos teatrales me indica que hay serios problemas en el manejo de la estructura teatral, hasta para escritores profesionales en disciplinas diferentes a las del dramaturgo. Esa estructura es imprescindible ya que, prácticamente, se convierte en código escénico.

Como un aporte a los interesados escribo esta premisas sencillas que servirán de mucho a los que se inician. 

"La boda": Augusto Feria, María Castillo, Delta Soto y César Olmos.
Estructura básica:
Las obras vienen divididas en actos (muchas tienen solamente uno), los actos en cuadros y los cuadros en escena (que se determina con la salida o entrada de un un personaje).

Estructura física:
Las obras de teatro son dialogadas. Tienen acotaciones y algo un poco más complejo que llamamos condiciones dadas.

Generalmente las acotaciones se presentan en un formato diferente (entre paréntesis, en mayúsculas, cursivas, negritas, etc.) al de los diálogos. Así los futuros lectores y realizadores teatrales no podrán confundirse.

Usualmente los dramaturgos inician la pieza dando instrucciones panorámicas sobre los personajes, escenografía, vestuario y hasta luces. Pero, advierto que no todos siguen este patrón formal.

Los nombres de los personajes aparecerán en mayúsculas o en un formato que demuestre claramente su condición. 

Cuando su nombre es citado dentro de un parlamento se siguen las reglas gramaticales normales.

Dos tipos de acotaciones en mi obra “Obsesión en el 507”:

Una luz en movimiento nos muestra interesantes detalles del interior del apartamento 507: fotos de actores y actrices famosos, carteles de películas, una cámara de vídeo en su trípode, dos sillas de director de cine, un megáfono, dos televisores grandes, dos monitores de cine, dos catres en el centro, una mesita con dos teléfonos distintos y una mesa de comer para cuatro personas.

BLANCHE: (Estalla en risa. Abandona su papel de policía.) ¡Te engañé!

Las condiciones dadas son especificaciones que hace el autor, dentro de los parlamentos, sobre personajes o aspectos de la escena.

LUCRECIA: Siempre estás buscándole la quinta pata al gato. Ciertamente me llamo Lucrecia, pero quien es Borgia aquí eres tú.

BLANCHE: Sin embargo, la que tiene su obsesión con los venenos no soy yo, no. ¿Qué estabas viendo en la tele?

LUCRECIA: “El lado oscuro del corazón”.

BLANCHE: ¡Pero otra vez! ¿Qué? (Imitando a una argentina.) Hija, ¿planificas envenenar a Subiela?

Los personajes:
Como lo único realmente imprescindible dentro del teatro es el actor, juzgo  importante que el dramaturgo precise bien el perfil de los personajes de una pieza teatral. Estos son los seres que llevarán toda la trama, todo el mensaje y los objetivos de la obra. Serán tanto como demande la pieza.

Los dramaturgos cuidarán siempre de no traicionar a sus propios personajes. Luego de ser “creados”, ellos tendrán comportamientos específicos, ademanes propios y emociones particulares.

Todo dramaturgo debe procurar que las acciones que ejecutan sus personajes correspondan con la sicología que él les ha construido. Después de esto, los personajes adquieren cierta “independencia”.

Conozco obras de teatro donde los personajes en algunos parlamentos, asumen posiciones sociales, políticas y filosóficas que no les son propias. Estas corresponden, más bien, a conceptos del dramaturgo; que en este caso debió incluirse él mismo como personaje.

Parlamentos y acciones de los personajes:
Los parlamentos son las palabras que el dramaturgo asigna a sus personajes. Estos deben estar acordes, como ya he dicho, con las características de los mismos.
El diálogo continúo, excepto en los monólogos, es lo usual dentro de una pieza. teatral. Cuando un personaje dentro de una obra teatral se explaya explicando una situación, a ese parlamento llamamos soliloquio. Efecto que tiene que ser administrado cuidadosamente. Su proliferación puede hacer la obra lenta y pesada. El diálogo picado siempre ayudará al ritmo de la obra teatral.

Todo lo que los personajes realizan en el escenario se llama acciones. Estas (como enseñó Stanilavsky) deben ser “lógicas, coherentes y reales”.
Hay dos tipos de acciones: Físicas y sicológicas. El equilibrio de las mismas es vital en un buena pieza teatral.
Todas las acciones de los personajes deben dirigirse, directamente, hacia la Línea GeneralLínea Ininterrumpida (La trama o tema de la obra). 

La trama:
Es aquello de lo que trata la obra. Lo que ocurre. Los sucesos de la misma. Lo que cuenta el dramaturgo en su obra.
Todo lo que confluye sobre el escenario -¡Todo!- debe estar orientado a alimentar esta Línea General. Cuando acciones y sucesos no cumplen esta condición y parecen ir en líneas paralelas a la trama, esta se vuelve confusa y no atrapa a los espectadores.

Los hechos importantes:
El dramaturgo tiene que ir poniendo en su obra hechos trascendentes que de vez en cuando sacudan al espectador. De no hacerlo, su obra será aburrida. Demás está decir que los hechos tienen que corresponder con la Línea General de la obra.

Tiempo y espacio.-
Las obras ocurren en un tiempo específico (algunas veces los autores son anacrónicos adrede procurando cierto tipo de efecto. En este caso el dramaturgo debe tener una lógica que justifique su anacronismo).
Un buen dramaturgo sabe que los seres humanos no actúan igual ahora que en el medioevo, que nos comportamos diferentes en el crudo invierno, que variamos los comportamiento entre noche y día.
Las escenas transcurren en un tiempo teatral.
Las piezas tienen su propio espacio vivencial. Este hecho determina características singulares en los personajes.
En la realización escénica las obras ocurrirán en un escenario específico, con una o algunas escenografías. (Ciertos experimentos teatrales muestran varios espacios en el edificio en que se presenta la obra). El autor teatral tomará muy en cuenta las limitaciones de espacio que tiene el teatro.
Cuando algunos narradores escriben teatro tienen a olvidar estas limitaciones y hacen que sus personajes transiten tanto, que más que una pieza teatral parecen escribir guiones de cine. 

Convencionalismos teatrales.-
-El más notorio es el de los apartes. En ellos los personajes dicen parlamentos que los demás personajes, supuestamente, no escuchan.
-Una coma determina un inflexión.
-Tres puntos es una pausa muy breve.
-Una pausa es un corto silencio.
-Un silencio es un tiempo más largo sin palabras; pero siempre con acciones.
-Para muchos el teatro completo es un convencionalismo cuyas “verdades” son simplemente escénicas.

Lenguaje y estilo.-
Las piezas teatrales definen en sí mismas su propio lenguaje. Este dependerá de los objetivos que persiga el autor, de la época, del país y los personajes.
Aparte de los estilos literarios tenemos en el teatro: tragedia, drama, comedia, sátira, melodrama, paso, entremés, auto, etc. 

El conflicto:
La célula madre del texto teatral es el conflicto. Aprendí de Octavio Paz que la gran literatura no es la que presenta al ser reconciliado consigo mismo, sino con el alma hecha jirones.
Los personajes tienen que entrar siempre en contradicción con alguien o algo en el escenario. La intensidad de las  contradicciones hará más o menos interesante la pieza teatral. Manejar esta dialéctica es lo que nos convierte realmente en dramaturgos.

Debemos tener cuidado con los personajes históricos. No podemos presentarlos en el teatro en una sola dimensión (la que ya le asignó la Historia en su condición de héroe o heroína). Ellos, como humanos, no son “químicamente” puros. Tienen pasiones como todo el mundo. Si no las tienen, si no tienen conflictos (o no nos atrevemos a escribirlos) no sirven de mucho para ser llevados al teatro. Hagamos entonces con ellos un buen documental; pero no teatro.

Texto Literario y Texto Dramático:
El Literario es el que escribe solamente el autor teatral. Empero, este debe saber que su texto será representado por actores.
Precisamente es a estos a quienes corresponde convertir ese Texto Literario en un Texto Dramático, que es el que llega directamente a los espectadores y también a los críticos y criticones.

Un truco confidencial:
Acostumbro a escribir primero un especie de cuento de unas mil quinientas palabras.  En este cuento narro la historia completa que luego formularé como obra de teatro. También hago un esquema literario con los nombres o características de las escenas que incluiré en la pieza en construcción. Les doy estos "atajos", pero no lo digan por ahí. Si lo hacen, les cerraré para siempre el...

¡Telón!

jueves, 11 de julio de 2019

Delaciones “premiadas” de un actor pequeño burgués

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Delaciones “premiadas” 
de un actor pequeño burgués
Por Giovanny Cruz Durán



Magistrados, les confieso que mis delaciones tratarán de ser absolutas. Diferentes a las del Marcelo ese que corrompió a montones en Hispanoamérica. Y no procuraré ninguna atenuación por las posibles culpas.

A raíz de anunciarse mi participación como actor en la obra “El vestidor”, de Ronald Harwood, no pocos han manifestado asombro porque yo esté en un escenario en un rol diferente al del director teatral. Olvidan que he sido dirigido por experimentados directores. Delataré a algunos:
Salvador Pérez Martínez, Iván García, Niní Germán, Danilo Ávalos, Haffe Serrulle, Germana Quintana, JM Vilches, Onix Báez, Alberto Ruiz, Ramón Pareja, Danilo Taveras, Bienvenido Miranda y muchas veces por un tal Nivangio Zurc. De este, delato que voltea las letras de sus nombres para parecer exótico.
También he sido dirigido por colegas jóvenes (en el momento que lo hicieron). Sobresalen:
María Castillo (terminaba sus estudios en la URSS), Juan Núñez, Juan Carlos Mañón y no ha mucho Carlos Espinal.
A tres “directores” no incluyo en estas delaciones. No es encubrimiento. Es que fueron tan deficientes que jamás lo reconocería como tales.

Una pregunta recurrente han estado formulando:
¿Se dejará Giovanny dirigir de Mario Lebrón?

Alguien más cizañero ha preguntado:
¿Se atreverá Lebrón dirigir a Cruz?

Mi estructura teatral interna me obliga a aceptar la dirección de otros. Sin embargo, creo que debo hacer algunas precisiones.

Durante años he sostenido que la única entidad imprescindible en Teatro, su célula madre, es el actor. Amplío esta delación: la figura del director teatral es relativamente joven. Aunque hubo algunos antecedentes, procurando ser sincero en mis delaciones, les informo que el primer director profesional en el mundo fue el duque alemán de Saxe-Meiningen. El 1 de mayo de 1874 él llevó a Berlín su desconocida, hasta entonces, condición de director teatral. Mostró ensayos intensivos, actuación integrada, disciplinada y escenografía.

Debo, con miedo a lucir no un delator sino un chivato, declarar que las pistas señalan que Shakespeare (entre 1592 y 1607) podría haber sido un real director teatral. Hay indicios. Uno de ellos nos llega con el personaje de Hamlet. Cuando este organiza una representación teatral para soberanos y nobles, da a sus artistas precisas indicaciones de cómo realizar el trabajo. Por supuesto que era el propio Shakespeare mostrándonos la manera que llevaba sus obras a escena.

En Teatro puede no existir un director y hay Teatro. Puede no haber un texto escrito, iluminación profesional, vestuarista, escenógráfo, utilero... y haber Teatro. Suficiente es que aparezca un actor intepretando un personaje y contando una historia.

Quienes concurren en una producción teatral, están ahí para asistir al actor en su quehacer escénico. Él es el verdadero creador. El artista.

Lo directores (cuando estoy en ese rol) conducimos. Dirigimos los ensayos y estudios de mesa (algo que los malos directores no saben hacer), trazamos lo que se llama Plan Maestro, convocamos a los otros directores técnicos y a los creativos publicitarios para que, con sus diferentes aportes, suplan a los actores en sus necesidades artísticas.

Los actores, en base al Plan Maestro y los estudios de personajes realizados, tendrán la responsabilidad de mostrar al director sus propuestas. Este, como representante en los ensayos del público, debe cerciorarse que las propuestas actorales del elenco estén ajustadas a los parámetros pre establecidos.

Por supuesto que dejo que otros me dirijan. Lo delato públicamente. Sin embargo, lo reitero siempre, el director no realiza los personajes en el escenario. Es muy peligroso, incluso, que al actor le “marquen” caracterizaciones, acciones y tonos vocales. Entre los riegos está que termine pareciéndose al actor que quizás habite dentro del director.

Hay actores que suelen hacer una pregunta (me la han hecho muchas veces) que el director debe tener cuidado e inteligencia para responder:
—¿Por qué?
¡Tamaña vaina! Un actor no está obligado a hacer algo de lo que no esté del todo convencido. Así las cosas, los directores tenemos que explicar al actor, cuando lo requiera, la razón de nuestros planteamientos. En ese sentido, los consabidos “Me gusta” o “No me gusta” son contraproducentes. Lo “gustativo” no es una categoría estética y no se origina, necesariamente, en los linderos de la Razón.

No se les ocurra pensar, Honesta Iudices, que en mi extendida carrera no me han puesto en apuros con la angustiante pregunta del “¿Por qué?”. He sido más director teatral, cuando aprendí a responderla con sapiencia y humildad.

Pero, efectivamente, estoy "permitiendo" complacido que Mario Lebrón cumpla su papel en los ensayos de “El vestidor”. Desde luego. Él ha estado, en su estilo, manejando correctamente a los actores. 


Empero, no es sólo el director que es exigido por este veterano actor. También el resto de la trupe (Exmin Carvajal, Yanela Hernández, Luvil González y Karoline Becker) debe mantener las actitudes correctas. Entre ellas, respeto al texto y al director teatral. Igual digo de la producción. Si no hubiese sido así, habría durado ensayando menos que una blattodea en un gallinero.

Honesta iudices, cuando hace veintenas de años acudía a confesarme, solía terminar... “Perdóneme, padre, por los pecados que he olvidado.” Lo mismo pido a ustedes, magistrados. Desde que recuerde otras, lo juro, vendré a repostular más delaciones. Ahora tengo que irme a rechazar una Reforma. 

Además, ustedes no, pero un hombre de teatro nota enseguida, es el caso, cuando están a punto de tirar el...

¡Telón!