Actores venezolanos en nuestra Independencia Nacional
Sabemos que Juan Pablo
Duarte fundó la Sociedad Dramática para, a través de diferentes puestas en
escena, crear la conciencia nacional que precedería a la impostergable lucha en
el campo batalla. Entre las obras, comprobadas, que escenificaron para el proyecto patriótico estaban:
“Roma libre” (de Víttorio Alfieri), “Un día de octubre del año 53 en Cádiz” (de
Eugenio de Ochoa) y “La viuda de Padilla” (de Martínez de la Rosa).
El caso Cecilia Baranis:
Entre los primeros actores que formaron parte de La
Dramática se encontraban: Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Félix
María del Monte, Juan Evangelista Jiménez, Luis Betances, Tomás Troncoso,
Joaquín Lluberes, Francisco Martínez de León, Remigio del Castillo, Fernando
Serra y Silvano Pujols. También jugaron rol de relevancia, aunque no tanto como
lo antes citados, los hermanos Manuel y Wenceslao Guerrero, Jacinto de la
Concha, José María Pérez, José García Fajardo, Joaquín Gómez y Juan Bautista
Alfonseca; entre otros. De los nombres de las actrices de entonces pocos han
llegado a nuestros días. Uno de ellos es el de Cecilia Baranis. De esta actriz,
solo identificada como "probablemente
extranjera" por nuestros cronistas
históricos, sabemos que los Dramáticos habríanle dedicado al menos una de sus
representaciones.
Misterio
desvelado:
En el libro de Leonardo Azparren Giménez, publicado en
1997 y titulado Teatro en Venezuela: ensayos históricos, encontramos una muy precisa referencia a la
actriz en cuestión que demuestra, fehacientemente, que se trataba de una
reputada actriz venezolana. Cito:
«La importancia del teatro fue también certificada con el trabajo de Cecilia Baranis, actriz conocida como “maestra del arte de la carátula” y quien tuvo una carrera de primera actriz hasta 1855.»
El
caso José Ferrer:
Mariano Lebrón Saviñón, en su libro Heroísmo e identidad menciona a otros dos actores quienes habrían sido
beneficiados, igual que la Baranis, con dos respectivas funciones. Se trata de
José Ferrer y Antonia Valdez.
En el libro Ojeada
histórico-crítica a la literatura colombiana, en el capítulo XX titulado EL Coliseo: Primeras representaciones teatrales, encontré una primera e importante referencia
sobre José Ferrer:
«En abril de 1841 tratose de organizar una compañía, dirigida por el actor José Ferrer, contando con el actor Gallardo, que había trabajado el año anterior; su esposa, un señor Pardo, y los artistas Cecilia Baranis, primera dama, y el joven José Basa Cáceres.»
La segunda referencia que encontré sobre el actor José Ferrer, es
también de Leonardo Azparren Giménez, el investigador venezolano antes citado.
En una ponencia dictada en Universidad
de Buenos Aires, en agosto de 2007, durante en el XVI Congreso Internacional de Teatro
Iberoamericano y Argentino, Azparren
comenta que el cronista del periódico El
Liberal, exactamente el 25 de julio de
1837, en un artículo en el cual cuestiona al teatro venezolano de entonces. En
un párrafo de dicha entrega se refiere a José Ferrer y a Cecilia Baranis en los
siguientes términos:
«Por último, atribuye a José Ferrer y Cecilia Baranis el inicio de la actividad teatral, gracias a lo cual el público comenzó a interesarse por el teatro «cuando vio actores que procuraban imitar los personajes que representaban, y que realmente los caracterizaban con alguna propiedad».
En 1854 la Baranis estuvo muy
activa haciendo teatro en Venezuela como actriz de planta de la Compañía Dramática Española de Aurelio
Alcázar. Entre el 2 de abril y el
18 de junio del referido año, en el Teatro Apolo, ella actúa en el drama “Macías o el doncel de don Enrique el
doliente”, también en “Catalina
de Médicis”, “El delincuente
honrado” y en algunas comedias de menor importancia. Estas últimas
noticias de la Baranis las he encontrado revisando las crónicas del crítico de
la época Mariano de Briseño.
Relevancia
de ambos artistas:
Doy una gran relevancia a esos dos actores, porque pienso que la deuda histórica con ellos es mucho mayor de
lo que hasta ahora hemos supuesto. Permítanme explicarme: José Ferrer y la
Baranis eran, efectivamente, profesionales reconocidos del Teatro. Fueron
contratados porque cultural y estratégicamente convenía para la causa de los
antiguos Trinitarios. Dotar su actividad escénica de gran calidad era
imperativo, so pena de que los haitianos invasores encontrasen motivos para
suspender las realizaciones teatrales de los duartianos. Por mi condición de
hombre de Teatro, estoy convencido de que el rol jugado por los dos artistas
venezolanos que nos ocupan, fue más connotado que la de sólo actores de las
primeras obras representadas. Dadas sus experiencias teatrales cabe suponer que
fueron, primero, los entrenadores finales de los Dramáticos y, segundo,
probablemente quienes dirigieron esas obras. Duarte demostró tanto respeto por
aquella actividad que, entendiendo sus limitaciones actorales, prefirió ser el
apuntador de las escenificaciones. Así las cosas, no iba él a asumir un rol tan
delicado para el proyecto como el de director artístico. Estoy convencido,
repito, de que esa responsabilidad recayó en José Ferrer y Cecilia Baranis.
Sobre todo en el primero que tenía ya antecedentes de liderazgo teatral. Quizás
estos artistas venezolanos son los verdaderos precursores del Teatro
profesional en la República Dominicana. Sobre ellos, y en eso estoy
comprometido, debemos seguir profundizando investigaciones hasta documentar
estas lógicas y atinadas presunciones.
El caso Antonia Valdez:
Aunque ningún dato confiable he encontrado sobre ella, presumo que
también era una actriz importada. Avalo mi presunción en que era usual para la
época que se hiciera una función, o más, para beneficio de determinadas figuras
teatrales con la finalidad de pagar sus respectivos salarios o para cubrir sus
gastos de viajes. Como es seguro que los actores criollos, que debían hasta
costear sus propios vestuarios, no cobrasen por sus interpretaciones, es lógico
suponer que sólo recibían remuneraciones los actores profesionales contratados
en el exterior.
Es nuestro deber rescatar la memoria histórica de estos artistas y
colocarlos en el sitial cultural y político que conquistaron. ¡Tenemos que
hacerlo! De no, hay un grito que será siempre incompleto entre nosotros:
¡Telón!