Crónica
de un encuentro con Vargas Llosa
El viernes 16 en la mañana, un grupo
de escritores dominicanos sostuvimos un encuentro en la Fundación
Global con Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura. En estos
días presentan en el Casa de Teatro su pieza “Al pié del Támesis”,
que debemos asistir a verla aunque se sabe que su dramaturgia no
tiene la calidad de sus narraciones y ensayos. Algo que no es extraño
en un narrador. A estos se les hace muy difícil manejar las unidades
dramáticas del teatro, el perfil de sus personajes, las líneas de
acción de la trama, los códigos del ritmo escénico; entre otros
asuntos.
Pero debo agradecer, eso sí, que
Vargas Llosa resalte que el Cine, a pesar de su enorme incidencia, no
ha podido destruir el teatro. Esto, porque el primero nunca ha
logrado la profundidad y relación directa, como testigo, que tiene
el segundo con los espectadores.
Sin embargo, el encuentro con Vargas
Llosa en la Global resultó memorable. Lo primero que cautiva de este
portento de la Literatura Universal, es su amabilidad, sencilleces y
fino trato.
Dicho esto... entremos en materia.
Obviando mencionar a cada uno del casi
medio centenar de asistentes, destaco la gran preocupación del autor
del polémico libro “La civilización del espectáculo” (creación
literaria comentada no pocas veces durante el encuentro por el
invitado y varios de los asistentes), por el futuro del libro y de la
Literatura Universal.
En particular nos llamó la atención,
puesto que es una preocupación generalizada entre todos los que
cultivamos la Literatura, la visión del señor Vargas Llosa sobre el
porvenir del libro en estos momentos. Don Mario hizo una interesante
exposición sobre el peligro al que someten el libro impreso frente al
digital. Expuso el invitado de honor en la Global, que hay dos
posiciones destacables sobre este fenómeno. Aunque a todos les
preocupa el asunto, hay quienes piensan que el libro impreso, y
con ello posiblemente la gran Literatura, sobrevivirá siempre y
cuanto se alié a las “pantallas digitales”.
Otros, en cambio, ven con pesimismo lo
que resultará finalmente de este inevitable y supuestamente desigual
enfrentamiento.
Ocurre que, según reconoce Vargas
Llosa, el libro escrito como entretenimiento es el que parece
progresar en las avenidas digitales, con la consecuente banalidad que
hay en el acontecimiento. Una Literatura digital que, y lo
comprobamos todos los días, cede ante la falta de profundidad de la
universalidad de los usuarios, resulta indudablemente vacía.
A Vargas Llosa esto le preocupa y
alarma porque el lector no encontrará, en los códigos de la Literatura que encontramos en el Ciberespacio, la reflexión
intelectual que es propia de la hoy llamada Literatura tradicional.
La rapidez conque se vive en estos tiempos, la especialidad
profesional, la ligereza generacional y la pobreza de lenguaje
utilizado en las pantallas digitales, no pronostican nada bueno para
la supervivencia del libro de contenido y de una Literatura
provocadora y evocadora.
El descalabro del lenguaje en Internet
alarma al Nobel de Literatura que nos ocupa en esta entrega. Como
frustrante experiencia citó que cuando ve la manera que sus propios
nietos se comunican con sus allegados, en una jerga que Vargas Llosa
ni comprende bien, nota la escandalosa tendencia a cortar las
palabras, a suprimir partes de las oraciones, cambiar consonantes,
sustituir conjunciones por letras que ni les corresponden y toda
suerte de errores gramaticales. Don Mario reflexiona que llegará un
momento, dada la pobreza del léxico de estas generaciones,
perderemos la capacidad de reflexión, de comprensión y del
ejercicio intelectual. Cabe suponer, justamente plantea el invitado
de la mañana, que estaremos conformando en caso extremo una
generación de tarados.
Aunque reconoció que las redes
sociales se han convertido en ejercicio de libertad, entiende que no
pocas veces se mal utilizan para banalidades, extorsiones,
difamaciones y hasta plagios peligrosos.
En este tenor narró que el mismo autor
de “La Casa verde” ha sido víctima de las inconsecuencias que
frecuentemente ocurren en las llamadas redes sociales. Ocurre que una
ocasión encontró una señora que lo felicitó por un artículo que
habría publicado defendiendo a la mujer de estos tiempos. Creyó que
la dama se había equivocado porque el no recordaba haber escrito y
publicado algún artículo como el indicado por la señora de marras.
Semanas mas tarde en un país sudamericano le comentaron también el
supuesto artículo que él habría escrito sobre la mujer. Cuando, a
petición suya, le remitieron el artículo en cuestión, resultó que
se trataba de una entrega mal escrita y llena de cursilerías. Quiso
descubrir la fuente de tal adefesio e ilegalidad. No obstante, le
aconsejaron no intentarlo porque gastaría dinero sin que pudiesen
garantizar los resultados propuestos.
Tiempo después lo llamaron de un
periódico argentino para cuestionarlo por un artículo insultante
que habría escrito en contra de los argentinos. Nunca escribió
semejante asunto. Esa vez estaba dispuesto constituir abogados para
descubrir la fuente de aquel escrito que tomaba frases auténticas
suyas y las colocaba entre insultantes oraciones ajenas. Pero otra
vez le comunicaron que era prácticamente imposible llegar a la
fuente en la cual se produjo aquello.
Que sirvan estos ejemplos para
escritores, diletantes y lerdos. Asuntos como los expuestos aquí nos
pueden ocurrir, y nos ocurren, en cualquiera ocasión.
Sobre el llamado Boom Hispanoamericano,
Vargas Llosa comentó que este cumplió un rol estelar en la difusión
de la Literatura y la cultura latinoamericanas. La visión que se
tenía de nuestra región en el resto del planeta era la de una
amplia zona geográfica solo habitada por vagos, salvajes e
iletrados, incapaces de producir la reflexión literaria que había
en otros países desde luengos años. Antes del boom sobresalían
escritores como Dario, Borges, Carpentier; entre muchos otros. Pero
eran prácticamente desconocidos en el resto del mundo. El boom
sirvió, entonces, para proyectar otra imagen cultural
Hispanoamérica.
También teorizó el autor de
“Conversación en la catedral” sobre la violencia dentro de la
Literatura. El viejo cuestionamiento de si la Literatura incluye la
violencia del medio o, de alguna manera, la induce, le fue expuesto
al invitado. Juzgó que esa sería una respuesta que nunca se va a
obtener porque no hay manera de comprobar tal asunto. Nunca lo ha
habido. Citó el caso de las obras del marqués de Sade. En ellas la
violencia humana es el tema, presentada en todas sus vertientes y
depravaciones. Pero la reflexión que hace es que la violencia estaba
ahí. Sade solo la expuso. Desde luego que se trataba de algo que la
gente, en términos generales, no quería que le enrostraran.
Ante una pregunta analizó rápidamente
el hoy popular libro-betsellers. Aclaró que se trata de una sub
literatura, siendo este el motivo por el cual a los autores de tales
obras, carentes de profundidades y valores culturales reales, no se
le cita entre escritores verdaderos. Precisamente, son ellos los
cultivadores de la dañina escritura del entretenimiento simple, que
hoy amenaza destruir los cimientes en los cuales se ha sustentado la
gran Literatura Universal. Desde luego, planteó Vargas Llosa, es
preferible leer estos libros que no leer nada.
También analizó el cambio positivo
que ha dado el latinoamericano desde la publicación de aquel ensayo
titulado “Manual del perfecto idiota latinoamericano”; escrito
por él, Montaner y Apuleyo. Resaltó que salvo en un par de países,
no hay verdaderas dictaduras militares en América Latina. Aunque
existan, mencionó el caso de Chavez en Venezuela, unos tiranillos
(probablemente el vocablo es mío) que “ganan elecciones... pero
las ganan”.
Es probable que se me haya escapado
uno o mas temas abordados por el distinguido escritor de “La ciudad
y los perros” o por aquellos que fuimos convocados para la ocasión;
empero, en términos generales, esto que he expuesto fue lo tratado,
con mayor profundidad que en esta crónica, en la magnífica mañana
que ninguno de los allí presentes vamos a olvidar, estemos de
acuerdo o no con Mario Vargas Llosa.
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