Pánico y confusión en
el sector cultural
En estos momentos hay una cantidad
alarmante de todo tipo de comentarios en los mentideros culturales.
Esto así, y dada la gran incidencia social del Ministerio de Cultura,
porque es harto sabido que no andan muy felices los asuntos en el
referido Ministerio.
Tengo que decir, para ser justo y
rendir culto a la verdad, que el nuevo incumbente, mi querido amigo
José Antonio Rodríguez, llegó al Ministerio con grandes
expectativas e inmensos planes. Pero el necesario impulso inicial se
ha perdido por motivos que expondremos en esta entrega.
Ocurre que hasta el momento de la
elaboración de este artículo, prácticamente el único funcionario
de importancia designado por el Presidente Medina en Cultura es el
propio José Antonio.
Un Ministro requiere de un equipo de acompañante
identificado con la política cultural y con la filosofía de trabajo
que marcará el rumbo de su nueva gestión.
Acostumbro a decir que
“se apuesta a ganar solo cuando se cuenta con un equipo
identificado con el nuevo hacer”.
En ese tenor me consta que el actual Ministro de Cultura confeccionó un interesante equipo de artistas y
“culturólogos”, con el cual apostaba al éxito de su gestión.
Mientras, los “viejos” funcionarios culturales estaban a la espera del
papelito fatal de sus despedidas. ¡Pero este no les llega!
Extrañamente no ha llegado, dando esto pie a innumerables conjeturas, a algunas travesuras y a ciertas diligencias de algunos procurando quedarse... cuatro añitos mas.
En cultura existe hoy un período como
de España-boba. Esto, porque los funcionarios... “viejos” no se
atreven a hacer casi nada... nuevo, puesto que suponen que vendrán... nuevos
funcionarios. Y aquellos que suponen serán los... nuevos elegidos están a la espera del papelito feliz que oficializará sus asuntos y
garantizará el... viejo cartoncito de Hacienda.
Mientras la guadaña epistolar comienza a
cortar algunas cabezas (su tétrico balanceo no ocurre todavía) los rumores
suplen la falta de información de la actitud del Presidente Medina sobre su sector
Cultural.
Todos sabemos que en el partido ganador
de las elecciones pasadas, daban como un hecho que el designado
frente al Ministerio sería el notable escritor Pedro Vergés. Quien hasta
había conformado un tremendo equipo para ocupar los cargos en el
Ministerio Cultural de Medina (Augusto Feria, Cayo Claudio Espinal, Manuel Núñez, Alexis Gómez, Reynaldo Disla; entre muchos otros). Pero, sorpresivamente, el llamado
“Grupo Pedro” no salió agraciado con los premios que generalmente consigna el tipo de papelito que he citado. ¡No señor! ¡El flu blanco del cambio de gobierno se lo puso José Antonio, con colita y todo!
Todavía hoy los miembros del “Gabinete
Pedro” no logran explicarse qué pasó por la mente de Danilo
Medina que lo llevó a cambiar su decisión cultural y designar,
polémicamente, al buen compositor Rodríguez. También sobre eso hay un paquete de rumores y recriminaciones a algunos que, dicen, habrían repartido amenazas por doquier.
Ya imaginará el
lector la cantidad de comentarios, a favor y en contra, que estos
hechos todavía provocan en el sector oficial. Y hasta en el sector de
“afuera” (por aquello de “e pa fuera que van”).
No obstante, el sorpresivo nombramiento
de José Antonio ha tenido serios inconvenientes hasta para el mismo
compositor popular que, dizque, se está arrancando la colita por la preocupación que tiene. Quizás solo procura no tener cola que le pisen.
Se comenta, por otro lado, (no puedo
comprometerme en asegurarlo) que Medina habría hablado con la gente
del “Equipo Pedro” sobre un regreso a los planes de inicio. Y que
esta sería la causa, supuestamente, por la cual no nombran a
ninguno de los recomendados por el actual Jefe Cultural.
Otros, en cambio, aseguran que el
Presidente se comprometió con el Fondo (ya saben a cual barril me
refiero) en cerrar al Ministerio de Cultura y enviar los estamentos
culturales —¡pero otra vez!— a los predios de Educación. Algo
que, dadas las experiencias pasadas, sería desastroso para nuestro
sector y un bochornoso retroceso.
Aunque luego fue negado, sí había
clara intención de quitar los privilegios que todavía goza la
naciente Industria Cinematográfica en el país. Apenas ayer se
anunció que serán los diputados quienes evitarán despojar al Cine
de sus privilegios fiscales en la sazonada Reforma. Lo que constituye un claro indicio de que
sí estaban en eso, tal y como nosotros reseñamos en las avenidas digitales. Que si ocurriese
sería como asesinar, prácticamente, el joven proyecto del Cine y no haría buen servicio a la confusa imagen cultural del actual gobierno, acosado por el FMI.
Como sabemos que para la mayoría de
los políticos, sobre todo para aquellos que gustan de los
barrilitos, la Cultura es una “vaina” que conviene tener como vela en iglesia (ni tan lejos del santo que no lo vea ni muy cerca
que lo empañe) no es de dudar que se pretenda eliminar de un plumazo
(¿?) al Ministerio de Cultura. Advierto que si eso ocurriera habrá
muchos problemas. Ojalá solo sean rumores y chismes de pasillos.
Entenderá el lector que sector
cultural de Estado está paralizado. Nada, o casi nada, está
ocurriendo por ahí. Solo intentan flotar en el pánico que ya se ha
hecho presente y esperar que el milagro presupuestal llegue en enero.
Hasta el recién creado Consejo Ministerial de Cultural (del cual
soy miembro, supuestamente, está a punto de naufragar; si es que no
lo hecho ya sin que alguien lo haya comunicado oficialmente.)
Mientras nuestros asuntos se definen
exijo que los tramoyistas —¡carajo!— corran el... ¡Telón!
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