Por Giovanny Cruz Durán
El 28 de junio del 2000 aparece como la fecha oficial en la cual se crea la Secretaría de Estado de Cultura (hoy Ministerio). Sin embargo, no muchos conocen las acciones que realmente determinaron su creación. Para poder contarles hoy, habré de revelar datos que hasta ahora nadie ha querido sacar a la luz. De ellos soy testigo de excepción.
Como el rol de Tony era institucional, no podía abanderarse por quienes aspiraban a la nominación del PRD. La comunicación de la campaña de Hipólito Mejía la dirigía el gran amigo Luis González Fabra.
Cuando Hipólito gana la convención, lo primero que hizo fue anular con astucia los aprestos de división que comenzaron a escucharse.
En una reunión del ex presidente Mejía con el poderoso Frente Cultural del partido (Carlos Esteban Deive, Marcio Veloz Maggiolo, Fátima Guzmán, Bosco Guerrero, Andrés L. Mateo, Federico Jóvine Bermúdez, Abreu, Raúl Bartolomé, yo; entre unos cincuenta intelectuales más, dijo que su candidato a la vicepresidencia sería Tony Raful. Esto fue recibido con alegría por nosotros.
Pero en otra reunión (casa de Tony Raful) con el prestigioso grupo de intelectuales perredeístas, Hipólito comunicó que aunque tenía serias intenciones de llevar a Tony como su compañero de boleta, circunstancias y estrategias les obligaban a escoger a Milagros Ortiz Bosch. ¡El partido tenía que ir unido para poder ganar! Por eso la formula Hipólito-Milagros era la más conveniente, aunque nunca fue la por él exactamente deseada. Tony lo aceptó sin dudar. Lo digo, porque yo estaba ahí.
Teniendo ya un candidato oficial, Tony Raful puso plenamente la comunicación del partido al servicio de su campaña, cuya dirección estaba a cargo de Eligio Jáquez. Empero, se colocó a González Fabra como una especie de director adjunto de Comunicación.
En una campaña la cantidad de trabajos de comunicación y producción es de locura. Teníamos que producir programas de televisión y radio diariamente. El programa de televisión final del partido duró 48 horas ininterrumpidas. Del canal (Tele Radio América) donde hicimos aquella inimaginable producción (Víctor Vidal, Giamilka Román, Sócrates Segarra, Juan Núñez y el suscrito no salimos ni para ir a comer. Dormimos en las tarimas del canal. Tony y Fabra sólo9 se ausentaban para ir a otros programas o paraq acompañar en entrevistas al candidato.
Recuerdo, listos para descansar al menos dos días antes de las elecciones, haber recibido una llamada de Fabra para indicarme que Julito Hazim ponía su programa matutino al servicio nuestro. Villalona y yo debíamos hacer una nueva producción. Tony y Fabra demandaban producciones profesionales para la campaña. Lo hicimos. Saliendo del canal nos llamaron para decirnos que Color Visión deseaba otra producción especial como cierre de campaña… ¡ese mismo día! Supongo que dije que si (en realidad ya estaba como zombi) porque en la noche hicimos el cierre televisivo de campaña con Hipólito, su familia, los dirigentes del partido y Sonia Silvestre cantando “Sin alguien quiere saber cuál es mi patria”.
Ganadas las elecciones el 16 de mayo del 2000 (luego de un inútil intento del PLD para convencer a Balaguer de obligar a una segunda vuelta), venía la conformación del gabinete. En eso, Villalona y yo no jugaríamos, cabe suponer, ningún rol especial.
A Tony se le había mencionado como Secretario de Estado de la Presidencia; pero algunos rumores aseguraban que Eligio Jáquez también aspiraba a esa posición. El presidente electo anunció que no designaría a nadie en ese cargo, aunque luego nombró a Sergio Grullón. Mientras, a Tony le ofrecieron varias muy atractivas posiciones.
No obstante, un día, como a las 6:00 de la tarde, recibí una llamada de Raful. Quería nos reuniéramos en su casa lo antes posible. Acordamos hacerlo a las 8:00 de la noche. Llegué acompañado de Rafael Villalona.
Estando mi comadre Grey presente, Tony nos dijo que la gran contribución del próximo gobierno del PRD a la cultura, debía ser la creación de la Secretaría de Estado de Cultura. Recuerdo haberle escuchado decir que muchas de las posiciones que le ofrecían resultaban, política y socialmente, más atractiva que una nueva Secretaría; pero que si no se lograba en aquel momento, ese proyecto cultural seguiría como estaba: dormido. Y quizás jamás se lograría reanimarlo. Lo hablaba con nosotros, porque sabía que también teníamos nuestras expectativas.
Los tres allí reunidos éramos gente de la cultura. Por supuesto que el grito de guerra fue… ¡Vamos por la Secretaría!
Al día siguiente Tony (que nunca descansa) se comunicó con Mateo Morrison (director del entonces Consejo Presidencial de Cultura) procurando respaldo. Mateo asumió el propósito como si fuese suyo. Tony visitó inmediatamente a Hipólito para asegurar su aprobación. La obtuvo y se comprometió a pedir a los legisladores del partido aprobaran el proyecto; que había sido presentado, años atrás, por Manuel Jiménez y modificado por Milagros Ortiz Bosch, luego. Mateo y Tony se comunicaron con el presidente Fernández para hablarle de la idea. Este también se comprometió a respaldarla.
Logramos reintroducir (con modificaciones y correcciones importantes) el proyecto para la creación de la Secretaría de Cultura. Fue enviado a vistas públicas. Un montón de intelectuales y artistas acudió a esas vistas públicas. Entre estos recuerdo a Marcio Veloz Maggiolo, Carlos Esteban Deive, Andrés L. Mateo, José Enrique García, Blas Jiménez, Viriato Sención, Antonio Guadalupe, Carmen Heredia, Carlos Andujar, Paula Disla, una impresionante cantidad de figuras del teatro, la música y las artes visuales.
Luego de jornadas muy intensas se logró la ansiada aprobación. El presidente Leonel Fernández no esperó mucho para promulgar la ley. Convocó al sector cultural, en un solemne y concurrido acto, a Palacio para firmar la ley de las secretarías de Cultura y la Juventud. Los dos Tony (Raful y Peña Guaba) estaban al lado suyo mientras firmaba las dos leyes. Comunicó (en un elegante gesto) que aunque constitucionalmente podía nombrar a los directores de esas dos nuevas Secretarías Estado, no lo haría para que los Tony fueron los primeros en ocupar los cargos.
¿Todo resuelto? Por supuesto que no. En menos de 20 días teníamos que crear las estructuras de nuestra Secretaría. De locura aquello. Reunidos, en una casa de la calle Danae, Henry Mercedes, Paula Disla, Víctor Vidal, Esmeldy Belliard, Fátima Guzmán, Tony Raful, Villalona y yo, entre otros, teníamos que conformar el gran equipo. Lo hicimos.
Una tarde nos llamó Fabra para decirnos que el presidente electo quería ver nuestra propuesta para los funcionarios de la Secretaría de Cultura. Corrimos al encuentro. Sólo dos nombres nos fueron objetados. Tres días después Tony conseguió que el presidenten electo aprobara a esas dos figuras, la objeción obedecía sólo a un asunto procedimental: Carmen Heredia y Carlos Andújar.
La presión sobre Hipólito y Tony por los cargos era enorme. Entonces, propuse que obtuviéramos la autorización de Hipólito Mejía para publicar el listado ya aprobado de los funcionarios y las estructuras que se implementarían.
El presidente electo dio su consentimiento. En el Hotel Santo Domingo hicimos un concurrido acto para leer la lista autorizada. Por supuesto que la presión por los cargos bajó bastante.
Salieron los decretos y nombramientos. Tomamos posesión de las funciones y espacios. El edificio era toda una ruina. Como era una Secretaría nueva no tenía un centavo asignado en el presupuesto de la Nación. Y ahí mismo comenzó lo más difícil de las gestiones estales: la lucha por recursos presupuestales.
En 24 años de existencia ha habido logros y avances; pero todavía tenemos que pelear por cada peso que nos asignan. Es como un karma.
Tony Raful es el real padre del hoy Ministerio de Cultura.
A mi, particularmente a mi, nadie me puede contar la historia. Esto, porque he estado dentro de ella desde su inicio.
¡Telón!
No hay comentarios:
Publicar un comentario