Por Giovanny Cruz Durán.
Ritmo Teatral * Musicalidad * Resonadores *
Pausas * Silencios *
Ritmo teatral:
Es un recurso
cerebral del actor. El ritmo (del griego rhythmós) hace referencia a movimientos
regulares y recurrentes en determinados espacios de tiempo. Es un flujo de
movimientos sonoros o visuales, generalmente producido por una ordenación
de elementos diferentes del medio envuelto en el asunto, en este caso… el teatro. La palabra proviene
del verbo griego rheo: fluir. Y de eso se trata el Ritmo Escénico.
Es un fluir constante y fijado en tiempos determinados.
Recuerda que el
lenguaje cotidiano, aunque no siempre lo percibimos, es profundamente rítmico.
Hablamos en versos mayormente octosílabos o endecasílabos.
Imaginen,
entonces, cómo hablamos en un arte como el teatro que proviene de la poesía.
Exactamente del Ditirambo: composición lírica que se ejecutaba en
las festividades a Dionisio, patrono de la agricultura, dios de la
transformación y padre del teatro.
Las sílabas en el
teatro tienen sus medidas. Si las alargas, aburrirás en escena. Si las acortas
no darás tiempo al espectador para entender y reaccionar.
La
correspondencia de parlamentos y movimientos entre actuantes-personajes establece
el Ritmo Exterior.
Procurándolo,
muchas veces, suelo usar una fórmula sencilla: en la intensidad y volumen en los
cuales terminó el actor Alfa su parlamento y acciones,
comenzarán los del actor Beta. Eso establece un fluir rítmico.
Sistematiza el tiempo teatral.
Pero a
veces, atendiendo diferentes necesidades, rompemos ese esquema. Ten
en cuenta que producir un choque en el sistema rítmico de los personajes,
aunque busca un efecto, interrumpe una secuencia. Cuando lo hagas, debes estar
consiente de que alterarás la simetría. Hazlo con el cuidado y la sabiduría
de un arreglista musical.
Un detalle: Una clave del teatro es transformar
artificios y técnicas en emociones y palabras que luzcan estar ocurriendo
siempre por primera vez.
Ritmo Interior:
Básicamente las
normas son muy semejantes. Una diferencia es que el Ritmo Interior está
directamente relacionado con la administración del tú-emocional.
Otro elemento
particular es la respiración. Cada actor tiene una capacidad pulmonar
diferente. La administración de esa capacidad es esencial.
No permitas jamás
que las emociones te desborden o salten en la escena. Recuerda que se trata de
dejarlas fluir. En el equilibrio está la perfección. Si das demasiado en una
escena y poco en la otra, desconcertarás al espectador y nunca lograrás hacerlo
tu cómplice. Las intensidades tienen que ser precisas y equilibradas. Es un
discurrir que debe llegar hasta un nivel. Subirlas y bajarlas adecuadamente es
lograr el ritmo perfecto.
Musicalidad del texto:
Johnnié Mercedes, Clara Luz Lozano, Yorlla Castillo y Raeldo López en "Un café frío en la calle El Conde"; de Giovanny Cruz. |
La secuencia, o
fluir en escena, establece en un actor cierta musicalidad. Es muy
probable que hayas escuchado decir que los actores ingleses parecen cantar
sobre el escenario. Aunque no es exactamente eso, sí tienen mucha musicalidad
textual; es decir, buen ritmo teatral. El asunto es lograr
variaciones tónicas en tus líneas.
El ritmo y
la musicalidad en el teatro son líneas hermanas y paralelas
entre las cuales, como un tren, debes transitar.
Desde luego que
no te resultará fácil establecer las medidas de esa musicalidad.
Las normas métricas para músicos están bien definidas. En el teatro éstas son
interpretativas o intuitivas. Apenas podemos obtener indicios de ellas. Habrá
en esto mucho de lo que aprecie el director y de lo que tú mismo sientas.
Segundo detalle: Dicen que el actor habla con o por
el diafragma. En realidad no es así. Él es un músculo (entre pecho y
abdomen) que se entrena y que, funcionando como un fuelle, ayuda a
administrar el aire de los pulmones. Si no fuera por él, en unas cuantas
palabras dejarías escapar todo el aire. Así el asunto, tendrías que forzar
demasiado la garganta y estarás disfónico en poco tiempo.
Los Resonadores:
Carmen Rosa Molina, Carlos Espinal, Fifi Almonte e Indira Mejía en "Drácula-Caribe"; de Giovanny Cruz |
Todos nuestros
huesos cóncavos funcionan como especies de altoparlantes. Los de mayor uso son
los de la cara. Aquí se trata de entrenar y practicar este recurso. Hazte
consciente de él. Trata de impulsar siempre las palabras hacia esos resonadores.
¡Siéntelas! Cuando lo haces, puedes notar vibraciones en tus músculos. ¡Ahí ya
estás utilizando resonadores!
Con el tiempo,
igual que otros recursos, su uso se convertirá en un mecanismo casi inconsciente entre
tus atributos.
Garganta y
lengua harán su trabajo, por supuesto,. Pero al usar los resonadores y
dejar fluir el diafragma, ellas irán menos forzadas.
Pausas:
Elementos vitales
para el ritmo del personaje. Cuando se traza una carretera lo último en incluir
en planos son las alcantarillas. Esto, porque hay que esperar que las aguas
señalen los lugares en los cuales “romperán”. Ellas deciden, pues, sus propias
alcantarillas y badenes encausadores de agua.
Con frecuencia se
comete el error de poner las Pausas antes de tiempo. Son estas
“aguas” teatrales quienes nos indican los lugares de la Línea General en
donde deben ir las pausas-alcantarillas.
Silencios:
Algo similar
ocurre con los silencios. Se trata de espacios de tiempo mayores en los cuales
no hay palabras. Sin embargo, están llenos de Acciones Interiores.
Son soledades... "llenas de un crujir de dientes"; diría
Albert Camus. Procura que el espectador "escuche" tus silencios.
Para el ritmo
escénico y su musicalidad las comas juegan un papel
estelar. No están ahí como simples adornos. Ellas determinan inflexiones. Y
éstas son música en los parlamentos. Pero aquí también ten cuidado. Nada de
exagerar.
Último detalle: Al igual que la técnica
teatral, los recursos deben ser bien administrados. No debe parecer que lo
estás utilizando. De ocurrir así, convertirás tu actuación en algo mecánico.
Fría será, entonces, la respuesta del público. El asunto es evitar que la
técnica devore a la emoción.
El ritmo de esta
premisa exige ahora su silencio. Pero dentro de éste escuchamos correr el…
¡Telón!
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