Debo admitir que el llamado “Método”
(Stanislavski) ha sido el mayor aporte técnico a la actuación universal. Pero…
¿es lo único? De ninguna manera. Incluso pienso que aspectos de dicho sistema,
hoy han sido profundizados y hasta superados. Es que el discurrir del hombre en
el tiempo jamás se detiene.
No obstante, hay elementos del “Método” que
siguen constituyendo recursos valiosos. En ese tenor, te muestro mi versión particular
de:
Es uno de los mejores recursos que tiene el actor
para concentrar la atención y no salirse del personaje.
En escena no somos sordos y ciegos a asuntos que
ocurren en la platea. No somos indiferentes a movimientos y expresiones del
público.
El recurso es, entonces, "distraerte"
en el escenario con asuntos del personaje. Además, con el Monólogo
Interior lograrás dimensionar las intenciones. ¿En qué consiste?
Mientras hablas o
te hablan debes decirte conscientemente lo que no se escucha en escenario. Es
“hablar” para ti mismo, es seguir en palabras internas las situaciones de la
escena. Es opinar interiormente sobre todo lo que ocurre.
Cuando estamos en una reunión, internamente
asumimos posiciones: “No me gusta el color del sillón, este tipo tiene
los dientes feos, los zapatos están sucios, esta señora es tan hermosa que me
gustaría besarla…”. etcétera. Algo similar debe hacer el personaje en
escena.
Enriqueces tu actuación si dejas aflorar alguna
que otra vez, a través de acciones internas, tu Monólogo Interior.
Memoria Emocional:
Trata de recordar sucesos de tu vida que tengan
cierta equivalencia con situaciones de la obra.
Vivian Leigh y Laurence Olivier en "Macbeth", de William Shakespeare. |
Ejemplo: tu personaje ha sido violado; sin
embargo, tú nunca has pasado por esa experiencia. ¿Qué hacer para llevarla a
escena? Pensar lo más cercano que has estado a esa acción, recordar reacciones
y emociones de lo sucedido y elevar sus intensidades hasta el nivel de la
acción en el escenario. ¿No has matado nunca alguien? No importa. Un día
mataste un lagarto, una cucaracha, un ave o quisiste que alguien muriera.
Analiza tu comportamiento de entonces y elévalo a la categoría indicada.
Este efectivo recurso, lo acepto, es un tanto
peligroso y requiere entrenamiento y guía para ser utilizado.
Círculo Mágico:
Te preguntas, supongo, hasta qué nivel subir
emociones y voz. Traza un círculo imaginario comprendido entre las puntas de
los dedos de ambas manos luego de extender los brazos. Sólo necesitarás,
entonces, proyectarte hasta las dimensiones de tu Círculo Mágico.
"Círculo de tiza caucasiano"; de Bertolt Brecht. |
Cuando adquieras conciencia de él, te acompañará
por todos tus desplazamientos en las escenas. No requerirás algo más. Eso sí,
mantenlo copado siempre. Es tu escenario particular.
Un detalle:
¿Te parece complicado actuar? No creas que es tanto. Recuerda que todos estos
recursos técnicos, con el hacer, se volverán mecanismos interiores y
automáticos. Sólo tendrás que dejarlo fluir.
Tres fuerzas motrices principales cohabitan
dentro del actor: Mente, Voluntad y Sentimiento.
Ellas oscilan entre el Consciente y el Inconsciente.
A partir de esos postulados puedo explicarte lo
efectivo que es el uso del “Sí” Mágico: palanca emocional (todavía
no profundamente estudiada) que te elevará desde los planos del Consciente hasta
los linderos Subconsciente…
—¡No pongas esa cara! Sé que
me he puesto demasiado teórico y complicado. Simplificaré mediante la
explicación.
Si dices a ti mismo
(en realidad sería al Inconsciente) que debes dejar de ser tú y
convertir en la Julieta de Shakespeare, el Calígula de
Albert Camus, la Bernarda de Lorca, el Edipo de
Sófocles o en la Niña-médium de mi obra “Amanda”; estarás
vanamente intentando desplazarte del acto teatral. Pero, ocurre, que es el
tú-actuante quien lleva a escena los personajes.
No te comprometas
jamás a odiar, amar, despreciar, matar o abofetear en escena. ¡No! Tu
compromiso es ejecutar una acción... “Como Si” estuviera en realidad
haciéndolo.
No te conviertas
en Lady Macbeth. Actúa “Como Sí” tú lo fueras. Y “Si” lo fueras...
¿por qué lavas tantas veces tus manos? “Si” fueras Marat... ¿qué
sentirías al pasarte todo el día en una bañera con agua? “Si” fueras la Magdalena... ¿qué
sentirías al saberte amada por uno y celada por otros? ”Si” fuera la vieja
Nicolasa de “Duendes y locos de las dunas”... ¿qué sentirías al saber que entre
todos cometieron el mismo crimen?
Mediante este procedimiento, tu “Yo” juega un rol
importante en la creación. Siempre serás tú el vehículo. Es a partir de ti que
llegan las Acciones al escenario.
Así, el personaje es una verdad que resulta de
una pulsión entre otras verdades: la del autor, la de cualquiera que sea la
historia (ficción o realidad) y la tuya.
Otro detalle: Cuando
jóvenes nos sentimos actores de fuerza avasallante; pero frecuentemente nos
desbocamos. Saber que esto ocurre te ayudará a administrar mejor tu fuerza
teatral. Además, en todo Arte la madurez estética es imprescindible. Cuando
llega, comenzará tu auto coronación.
Casi estoy
autorizándote salir a escena. Pero debo señalarte antes dónde llevar las
emociones del personaje. Es a un “lugar” que existe en tus profundos laberintos
interiores. Se trata de un espacio entre dos supuestas antagonías: el Consciente y
el Inconsciente. Se llama Umbral del Subconsciente. ¡Es
ahí donde se actúa!
Ampliaré en la próxima entrega. Es que ahora, lo
puedes imaginar, nos toca el… ¡Telón!
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