Historia de Una Fría
Por José del Castillo
Hillary en Puerto Rico disfruta de una fría
Nuestro querido y admirado amigo José del Castillo, es uno de los intelectuales dominicanos de mayor prestigio y solidez cultural. Ha publicado un muy refrescante e ilustrador artículo titulado “Historia de una fría”. Por supuesto que todos sus artículos (prácticamente ensayos) constituyen una tarea obligada para quien suscribe. No obstante, este tiene una connotación especial para el “Bohemiato Dominicano" (similar al "Bohemiato de Sión"), en el cual me incluyo. Por esto he decidido publicarlo (sin autorización alguna) en La Pasión Cultural. Recomiendo leerlo luego de ir a un colmado y pedir una cerveza al mejor estilo dominicano: ¡Dame un Presidente ahí…!
El primer intento por fundar una industria
cervecera en el país fraguó a finales del s.XIX, con la New Jersey San Domingo
Brewing Company. En 1890 el presidente Heureaux concedió derecho a Simon J.
Flatow para establecer “una fábrica de cerveza, hielo y envases”, ratificado
dos años después como “privilegio exclusivo” para la cerveza. Un grabado de
1893 muestra la fachada de la que fuera conocida como “La Cervecería”, ubicada
en la calle La Misericordia, hoy Arz. Portes.
En La Sangre, ambientada en los 90, Cestero alude
al consumo desbordado de cerveza en fandangos extramuros en los que se solazan
“la juventud elegante y los funcionarios del gobierno”. En una boda se brinda
“el vaso de cerveza espumosa” y el oficial civil “llena el pañuelo con un par
de botellas de cerveza y un gran pedazo de pudín”. Tras una revolución,
“Antonio rehúsa la botella de cerveza fría con que le invita un
correligionario”. En el Teatro La Republicana, “los muchachos de la cantina destapan botellas y corren de un lado
a otro llevando bandejas con cerveza y dulces a los palcos”.
En 1896 el periódico El Teléfono publicó un cliché
promocional de la Cerveza Nacional:
“Ninguna cerveza la supera, y es la que tiene mayor expendio en toda la
República y países vecinos, debido a las materias primas que en su fabricación
se emplean”. Firmado por William J. Orr, Administrador Judicial, y J. de Lemos,
Agente general. Otro aviso exhortaba a guardar las cajas vacías para su recompra
por la fábrica. Finalmente, la empresa sucumbió ante las adversidades. A la
muerte de Lilís en 1899, en el inventario de sus bienes figuraban 100 acciones
de la compañía.
En 1901 un informe consular sobre el intercambio
entre Alemania y el país indicaba que el tabaco y el cacao encabezaban nuestras
exportaciones, mientras la cerveza embotellada era el segundo renglón de
importación. En las dos primeras décadas del s. XX, consumíamos las marcas
germanas Beck’s, St. Pauli Girl –mercadeada como Niña-,
Daisy, Holsten y el emblemático extracto de malta Löwenbräu. En la capital se distribuían las norteamericanas Pabst
Blue Ribbon y la malta Nutrine
de Anheuser-Busch. La danesa Viking tenía
representantes en el interior, en tanto se publicitaban marcas alemanas
castellanizadas: Machete y Boya, una pílsener envasada en Bremen.
Para entonces, las fábricas locales de
ron y licores se habían generalizado. No sólo se trataba de Brugal y Bermúdez, en varias urbes operaban alambiques. En Santo Domingo Nicanor
Martínez elaboraba los rones 69 y Estrella, así como licores de cajuil,
piña y naranja. Font Gamundi, en La Vega, producía los rones Non Plus Ultra y Dos Negritos, ginebra y anisado.
Un giro se verificó en 1929 cuando el empresario
newyorkino Charles H. Wanzer, junto a socios americanos y dominicanos, fundó la
Cervecería Nacional Dominicana (CND) con un capital de US$350 mil. Administrada
por el estadounidense H.B. Senior, contaba con el maestro cervecero alemán Henry
C. Gronau, un veterano con experiencia previa en Puerto Rico en la Cervecería
Palma Real. Sus productos pioneros fueron las cervezas Colón (1930), Reina
(1931) y Maltina Reina, formuladas
por Gronau. Con volumen de 500 mil
litros al año, para un consumo per cápita de 0.4 litros.
En 1930 un anuncio a toda página en Listín Diario
llamaba a brindar “por la bebida perfecta”, identificando a la cerveza Colón como “una bebida pura y deliciosa
a la vez que salutífera”. Además, “estimulante, aperitiva, refrescante,
vigorizadora” –casi una Viagra refrigerada. Otra promoción la presentaba como
“la bebida nacional”, elaborada “por un procedimiento secreto cuya fórmula nos
pertenece, exclusivamente –madurada y sazonada en pipas de madera”. Se vendía
en botella, para consumo en el hogar, y en barricas, detallándose “por vasos en
los buenos cafés”.
Esta campaña, ilustrada con alegres y
traviesos duendes cerveceros, hizo que algunas marcas extranjeras consumidas en
el país replicaran reforzando su publicidad, tales los casos de las cubanas Tropical y Cristal Palatino.
A mediados del 31, CND anunció la salida
de la cerveza Reina, “absolutamente
pasteurizada”, designándola “el champagne de todas las cervezas”. En 1935, otra
campaña empleaba a una joven en traje de Arlequín que resaltaba la pureza de
sus ingredientes: “hecha de malta de Pilsen legítima y de lúpulo checoeslovaco
genuino, sin esencias artificiales ni
preservativos añadidos”. Para la época, la empresa promovía en conjunto a Colón y Reina, no sólo por el atractivo precio y su manufactura nacional,
sino por la calidad “inmejorable”.
A mitad de 1935, CND, administrada por
C.K. Schmidt y teniendo como maestro cervecero al joven Henry William Gronau,
conocido como Jaime e hijo del anterior Gronau, lanzó al mercado una nueva
cerveza, Presidente Especial. Cuatro
años más tarde introdujo su extracto de malta Corona como bebida nutritiva y refrescante, siendo promovida junto
a Maltina Reina por su poder
vigorizante.
Para el Centenario de la República, en
1944, hizo su entrada triunfal Presidente
Especial De Luxe, que alcanzó mayor aceptación. Una sobria publicidad
mostraba su elegante botella siendo destapada por una mano masculina, ante una
copa cervecera sostenida por otra de mujer, en un sugestivo “Intermezzo”. En
los 50, se rediseñó la etiqueta desapareciendo el adjetivo Especial y
cambiándose la tipografía. Se vendía a 45 centavos la
botella y a 25 la media de 12 onzas.
Al iniciar los 40 la producción se había
duplicado llegando a más de 1 millón de litros. Cerrando la década, esta cifra
se sextuplicó, 6.7 millones en 1949. El consumo per cápita se situó en 3 litros.
Indicadores elocuentes del impacto imparable que tuvo Presidente desde sus comienzos, hasta nuestros días en que su liderazgo
ha permanecido incólume, ganando merecido prestigio internacional.
Los primeros 30 años de la CND
transcurrieron bajo la dictadura de Trujillo. Como sucediera con otros negocios
lucrativos, el dictador también incursionó en 1949 en el cervecero a través de
la recién creada Sociedad Cervecera Antillana, fundada por Jaime Gronau con
socios puertorriqueños y dominicanos. Que lanzó al mercado las marcas La Dominicana y Cibao, de sabores más suaves que la más amarga Presidente, obteniendo relativo éxito inicial entre los
consumidores. Otro producto introducido en 1952 fue Pílsener, como último caballo de batalla.
Aún apelando a prácticas desleales de
comercio –como presiones en la red de distribución a través del caliesaje-, la nueva
empresa no pudo competir con la CND a mediano plazo, en cuanto a tecnología,
calidad, precios y preferencia del público.
En la rica rumorología de la Era se afirma
que Trujillo, quien había fijado su residencia en la llamada Estancia Ramfis,
anterior propiedad del banquero y empresario azucarero Santiago Michelena y
actual sede de la Cancillería, solía quejarse por tener enfrente las
instalaciones originales de la Cervecería Nacional Dominicana. Alegando
molestias ocasionadas por el ruido de las botellas en la línea de producción y el
humo generado por las calderas, habría presionado para forzar el traslado de la
fábrica.
Lo cierto es que este episodio de
competencia se cerró en 1952, con la adquisición de la Cervecera Antillana por
parte de la CND. La cual aprovechó las facilidades físicas y maquinarias de
aquella, incorporando a su portafolio la marca Malta Morena, registrada por la empresa asimilada. Quedando Trujillo
como accionista de la CND. Reinando Presidente,
la Fría, por 81 años.
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