sábado, 23 de mayo de 2015

The body generetion


       The body generation
No negaré la buena dosis de nihilismo que hay en esta entrega y las serias dudas  y cuestionamientos que tiene este autor sobre aspectos fundamentales de la generación de estos tiempos. 
 Veamos si ella, al menos, resiste estas reflexiones de ninguna manera complacientes.

En 1966 el gran escritor puertorriqueño y buen amigo Luis Rafael Sánchez publicó su ensayo La generación O SEA; el cual podemos leer ahora en Internet. Este ensayo, no ausente de teatralidad, nos muestra la pobreza del léxico del estudiantado en Puerto Rico (pienso que en casi todo el Caribe) y, consecuentemente, la miseria espiritual del Ser regional. Imagino que si el narrador y dramaturgo puertorriqueño hubiera escrito el ensayo aludido en nuestro país nos hubiese llamado “La generación cosa"  o "La generación vaina." Conocidas castraciones lingüistas de estos lares.

Pasan los años y aquella reflexión de Sánchez sigue teniendo una no agradable vigencia.

La pobreza espiritual, a nuestro entender, se ha ido peligrosamente magnificando. Hemos llegado al extremo que nos hemos ganado, sin discusión alguna, el título de “Generation Body.” 


El culto al cuerpo por el cuerpo, con todo lo que entraña, parece ser hoy la tónica y única actitud importante asumida por la generación que puebla hoy (¿o nubla?) nuestro planeta, donde la vaciedad se ha vuelto una constante.

Alguien dirá que ya los antiguos griegos cultivaron sus cuerpos casi hasta divinizarlo. 


Ciertamente en la Antigua Grecia el amor de la gente por el cuerpo era muy grande. Pero jamás —¡Jamás— se descuidó la mente que funcionaba en esa materia elaborada que es el cerebro. Los griegos cultivaban el espíritu y el intelecto aún con más vehemencia que los tributos que rendían a sus músculos; los cuales finalmente son, cuando no comparten espacios con la Idea, un montón de carnes listo para podrirse.

Ha habido una inconformidad histórica del ser humano con los atributos físicos que lo sustenta. Por ello llegamos, en franca actitud de espejos, hasta inventar seres mitológicos de poderes inconmensurables. Por ello, en estos tiempos de personas menos dadas a las reflexiones profundas, nos inventamos los llamados súper héroes. Los cuales no son más que una proyección que hace la sociedad capitalista de un manifiesto deseo de su Hombre.

Es en ese contexto que se da, entonces, el culto al cuerpo que hemos aludido.



Esto ha llegado a un punto que hasta un apretón de manos es una aventura en estos días. Decimos esto porque al hacerlo no podemos estar seguros si la piel que tocamos es realmente la original de ese individuo. Cuando besamos unos labios no nos extrañemos al descubrir que estos (igual que los dientes y las encías) han sido radicalmente modificados, y hasta cambiados, atendiendo simplemente a requerimientos o estándares estéticos de los tiempos en los cuales vivimos. Cuando admiramos unos bustos, aunque no querramos, debemos reservar por si acaso aplausos para algún cirujano estético cercano (figura relevante y "divina" que camina siempre al lado de las personas que se pasean en calles y plazas). 
 
La Generation Body siente que está obligada a reconstruir siempre sus narices. Los ojos actuales se compran por centavos en farmacias. Cualquier pierna bonita es sospechosa, porque puede que haya sido modelada por el bisturí. Cinturas, nalgas, estómagos y caderas hoy son sometidas a un proceso llamado lipoescultura. Penes y vaginas de la Generation Body son convenientemente alterados. Hasta los hímenes son hoy reconstruidos. Ni citar tenemos los implantes de cabellos que hombres y mujeres se hacen normalmente. Miles de seres humanos optan ahora por hacerse en sus cuerpos  tatuajes tridimensionales que alteran permanentemente la piel. Es frecuente ya el uso de incrustaciones metálicas en la lengua, en los labios, en el ombligo, en el pene, en el ano y, desde luego, en la vagina.

Al hacer el amor ya uno no sabe con qué fenómeno o monstruo ha llegado hasta la cama. Seguramente nos encueramos constantemente con perfeccionados frankeinsteines.

Hace unos días solicitamos a una amiga (siempre bien informada en esto de las transformaciones corporales) que nos hiciera una lista de las alteraciones del cuerpo en boga. En menos de cinco minutos teníamos un listado verdaderamente alarmante sobre las operaciones o alteraciones que se hacen las personas de nuestro tiempo. Observen:


—Liposucción (succión de grasa y eliminación de la misma).
—Lipoescultura (succión de grasa y reutilización de la misma en otras áreas del cuerpo).
—Rinoplastia (cirugía de la nariz).
—Mamoplastia de aumento y de reducción (cirugía de senos).
—Gluteoplastia (aumento de gluteos).
—Abdominoplastia (reducción de abdomen).
—Aumento de pantorrillas.
—Otoplastia (cirugía de orejas).
—Blefaroplastia (cirugía de párpados).
—Malarplastia (Implantes para pómulos).

También, en cualquier esquina aparece alguien ofertando hacer: 
Recorte o aumento del mentón, aumento de labios (inyecciones de colágeno), cirugías del estómago (varias técnicas), implantes de músculos, implantes de huesos (hasta de metal se hacen estos), láser facial (para quitar arrugas e imperfecciones), láser depilatorio (para eliminar los vellos del cuerpo), endermologie (tratamiento para la celulitis), masajes reductores (para bajar de medidas en algunas partes del cuerpo), rejuvenecimiento vaginal (estrechamiento vaginal y reducción de sus labios), blanqueamiento dental, carillas dentales, deplación con cera (cejas, bigotes, piernas, axilas, área del bikini), uñas chinas, los hombres se hacen implantes y reducción de pecho, aumento de pene, cirugías plásticas radicales en las caras; etcéctera.

El asunto ha llegado a tal dimensión que ya podemos comprar hasta gotas de la eterna juventud. Esto se hace inyectándonos por vía muscular cuatro dosis (una por semana) de la ya popular vacuna antivejez.


Pueden los lectores suponer el nivel de distracción que esto entraña, la superficialidad que lo acompaña y la cantidad de recursos y tiempo que se le dedica a esto en las sociedades nuestras cada día más adoradora del gran dios llamado Consumo.

Queriendo ser el Otro nos sometemos a cualquier proceso en manos de especialistas que garantizan cambios parciales o absolutos en nuestros respectivos cuerpos. 

Desde luego que siempre será ésto una misión imposible y un tanto caricaturesca. Primero, porque sabemos que detrás de “perfectas” sonrisas construidas en quirófanos, están nuestras anteriores morisquetas. Y segundo, el quirófano todavía no puede hacernos un poco más inteligentes, ni inyectarnos cultura, ni volvernos artistas de repente; mucho menos ponernos unas cuantas pulgadas de talento. Nada de eso. 

Al alma, al espíritud y al intelecto no hay escalpelo que lo penetre, ni existe un masajista que lo altere. A los tres tenemos que cultivarlos desde adentro. 

Pero una pregunta formulada me causa terror ¿Le interesa a la Generation Body esto algo más que un pepino? Ni me atrevo a plantearme la respuesta.
No obstante las frivolidades asumidas como meta  por la generación que nos ocupa, el verdadero monstruo que deambula por nuestros espacios interiores siempre estará ahí, aunque cubramos con fantasmas los espejos.

¡Telón!

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