|
Rodrigo de Triana |
La visión de la Historia que tenemos está plagada de
grandes nombres a los cuales se otorgan sistemáticamente las medallas de las grandes hazañas y descubrimientos, olvidándose la mayoría de las veces que sin el trabajo de
personas anónimas dichas proezas no serían más que una
utopía irrealizable. En el caso del
descubrimiento de América la cosa no iba a ser diferente y si bien ha quedado en el candelero que
Colón fue el eminente descubridor, poco se cuenta que tal era el afán de medallas del famoso navegante, que no dudó en
escaquearle el suculento premio que le correspondía a
Rodrigo de Triana por ser el primero en avistar tierra para endosárselo a...
sí mismo. Espabilado que era el Almirante, mira, y puta gracia que le hizo al vigía, claro.
Conocido es por el relato del diario de
Cristóbal Colón que el vigía de
La Pinta, un tal
Rodrigo de Triana, pasando dos horas de la medianoche del día 12 de octubre de 1492, gritó ¡Tierra! al ver una fogata en el horizonte, prueba evidente de que habían llegado, finalmente, a su objetivo. De esta forma, el vigía se convertía en el primero en divisar el
Nuevo Mundo y en llevarse los
10.000 maravedíes que habían prometido los Reyes Católicos. Sin embargo el pillastre Colón no estaba dispuesto a perderse tan suculento premio porque a un marinerillo desconocido le hubiera entrado arenilla en el ojo.
Al volver a España,
Rodrigo de Triana esperaba su recompensa conforme lo pactado, pero Colón salió por peteneras y adujo que había sido él mismo el que había visto tierra cuatro horas antes que el vigía. Es fácil suponer que el marinero se quedó
de pasta de boniato cuando se enteró.
|
Cristóbal Colón |
Según cuenta, a las 10 de la noche del 11 de octubre, desde el castillo de popa de la
Santa María, Colón vio en el horizonte una lucecita que subía y bajaba. Ante tal descubrimiento, y no pudiendo asegurar que era tierra, llamó a un par de tripulantes uno de los cuales vio la lucecilla y otro no, cosa que atribuyó a que desde su posición no la podía ver. El almirante, convencido de que estaban cerca de tierra, prometió a los marinos un
jubón de seda (una especie de jersey medieval) para el primero que divisara tierra. Lo gracioso es que
se calló oportunamente lo de los 10.000 maravedíes, ya que, como había sido él el que la había "visto" primero, el premio -llegado el caso- le tocaría a él. Llamadlo tonto.
|
Primer viaje de Colón |
La verdad es que es
harto improbable que Colón llegase a ver nada. De primeras, debido a la posición del mismo Colón, ya que desde la parte de atrás de la Santa María es imposible tener un punto de vista mejor del horizonte que desde el puesto de vigía de La Pinta, que iba delante. Por otra parte, ver un pequeño fuego
cuatro horas de navegación antes que un vigía profesional en mejor posición y loco por ver cualquier pequeño atisbo de tierra, no es cuestión de tener buena vista sino directamente tener trasplantado un ojo de halcón (
ver El misil viviente llamado Halcón Peregrino) y eso, evidentemente, no ocurría. La realidad era bien diferente.
|
Moneda de 4 maravedíes |
Después de más de
30 días sin ver tierra, Colón y los hermanos Pinzón se vieron obligados a sofocar un intento de
motín, ya que los alimentos se estaban pudriendo y no se veía tierra, por más que los sargazos (
ver El mar situado entre mito y el miedo) les diesen la falsa señal de que ésta estaba cerca. Para calmarlos, les prometieron que estarían tres días más y si no, se volverían. En esta circunstancia, cualquier pequeña señal era aprovechada por Colón para estirar la nula confianza que tenía la tripulación en él y así,
como zanahoria delante de un burro, conseguir que fueran un poco más allá. Tanto daba que fuera real o inventada si le permitía seguir adelante. El fuego divisado por Colón sin duda atendía a esta necesidad, pero la casualidad hizo que al "poco" tiempo Rodrigo de Triana viera fuego real y le pusiera en bandeja de plata el
autoadjudicarse los 10.000 maravedíes (el equivalente a algo más de
1 kg de plata) con un "¿ves cómo lo había visto?".
|
Recepción de Colón por los reyes |
Rodrigo de Triana, después de la primera travesía se frotó las manos por su premio, pero el avispado Cristóbal se lo birló y se quedó
sin nada. Y tal cabreo cogió el vigía con la putada de Colón que, despechado, renegó del cristianismo,
se volvió musulmán -se dice que era de familia morisca y por tanto volvería a la fe de sus ancestros- y algunas fuentes cuentan que se fue a Berbería a ejercer de
pirata, posiblemente a la
República pirata de Salé (cerca de Rabat, Marruecos).
Todo un claro ejemplo de que por mucho que se haga o por mucho que se diga, siempre saldrá alguien que lo hizo o lo dijo antes. Y si, encima, tiene la jeta de
piedra berroqueña de Colón, te puedes quedar sin recompensa y con un palmo de narices.
Ya ni de los grandes descubridores se puede fiar uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario