En estos momentos, imagino, ya en las Redes Sociales circula profusamente la información de que la cantante Martha Heredia fue apresada cuando intentaba sacar drogas del país en los tacos de sus zapatos, las cuales llevaría a los Estados Unidos de América. Un caso penoso.
Ciertamente esta joven cantante ha estado, desde su triunfo en American Idol, sumergida en múltiples escándalos. Es evidente que esta joven artista no logró manejar adecuadamente su triunfo.
Algunos de sus serios conflictos han salido a la luz pública; pero otros (de los cuales hemos tenido muchas y veraces informaciones) se han quedado estratégicamente dentro de un círculo cerrado.
También ha incurrido en incumplimientos de contratos que los afectados y afectadas prefirieron no llevarlos a los tribunales.
Recordamos que no ha poco un joven haitiano perdió la vida mientras ella conducía su vehículo bajo efecto de bebidas alcohólicas, u otras sustancias. Algunos de los detalles se quedaron, también, entre las sombras. Igual ocurrió con las sanciones necesarias.
Recientemente las crónicas noticiosas han reseñado un complicado conflicto con su esposo. Sobre este asunto no pocos alegados testigos aseguraron que a quien les vieron manifestaciones de celos violentos fue precisamente a ella.
Hace poco, menos de doce horas, en el Boga Boga un grupo de intelectuales, artistas y comunicadores comentábamos que teníamos informaciones de que en el caso mencionado, la Justicia dominicana había actuado equivocadamente con Vakeró (el esposo de la Heredia).
Sin embargo, todos hemos guardado silencio público porque hay en estos momentos un estigma que nos obliga a desconfiar de cualquier marido (dado el comprobado historial de abusos en el país contra las mujeres) y a aceptar, sin muchas averiguaciones, como buena y válida cualquier acusación femenina en contra de cualquier hombre. Algo muy peligroso porque podría ocurrir que acusaciones verdaderas de nuestras las mujeres en contra de hombres abusadores, pierdan credibilidad e interés si no pueden ser estas autentificadas y comprobadas por la Justicia, mas allá de las pasiones y estigmas sociales.
Este caso de Martha Heredia induce a varias actitudes:
1- No prejuiciarnos en ningún sentido.
2- Proveer a los artistas sin academias de orientaciones especiales cuando se les asoma el éxito.
3- Profundizar en un criterio psicológico que se llama "la mentira de la víctima".
4- No ser ligeros al juzgar las denuncias en contra de cualquier ciudadana o ciudadano de nuestro país.
5- No encubrir a las figuras públicas.
6-Descifrar en el comportamiento de esas figuras los posibles niveles de sociopatías o delincuencialidades prematuras.
Quizás, si hubiésemos actuado con la profundidad, seriedad y responsabilidad en el caso "Martha Heredia"; ella no tuviese pasando por las situaciones en las cuales se encuentra. Muchos de nosotros (como entes sociales) somos copartícipes de este penoso resultado.
Esta entrega ha sido construida rápidamente. Tiene una inevitable carga emocional. Estas circunstancias me obligan apesadumbrado a solicitar, por favor, que por el momento algún bondadoso samaritano deje caer el... ¡Telón!
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