Premisas sencillas para el dramaturgo que comienza
Por Giovanny Cruz Durán
(Uno y Dos)
Introducción:
El primer escalón dentro del teatro es escritural. Por eso es tan importante el trabajo del dramaturgo. Y digo “trabajo” porque eso es. Nunca se les ocurra mencionar esa cosa terrible que llaman “inspiración”. ¡Desterrada está esa palabra en el vocabulario de un escritor profesional!
Ocasionalmente a todo dramaturgo alguien preguntará:
—¿Cómo escribir una pieza de teatro?
Aunque lo parezca, no es simple responder eso. No muchos escritores de otras disciplinas literarias saben hacerlo con efectividad.
Para el dramaturgo escribir teatro es algo tan natural, que lo hace desde un estadio interior que con el tiempo hasta le resulta mecánico.
Sin embargo, mi experiencia corrigiendo textos teatrales (hasta de intelectuales connotados que intentan ser dramaturgos, pero que muchas veces no tienen idea de la estructura que demandan las obras de teatro), me indica que para otros hay serios problemas en ese tenor.
Esa estructura que menciono es imprescindible ya que, prácticamente, se convierte en código escénico. No olviden que el dramaturgo siempre llegará al espectador a través de las labores del actor sobre el escenario. Entonces, la comunicación entre el escritor teatral y los actores es vital para nuestro arte.
Como aporte escribiré dos premisas, sencillas, que servirán bastante a los que se inician. Son unas guías o atajos que ayudarán, por lo menos, a organizar el proceso.
Estructura básica:
Las obras vienen divididas en actos (en estos tiempos algunas solamente tienen solamente uno), los actos en cuadros y los cuadros en escena. Las escenas son determinadas por las salidas o entradas de los personajes.
Estructura física:
Las obras teatrales son dialogadas. Tienen acotaciones y algo un poco más complejo que llamamos condiciones dadas.
Generalmente las acotaciones se presentan en un formato diferente (entre paréntesis, en mayúsculas, cursivas, negritas, etc.) al de los diálogos. Así, los futuros lectores y realizadores teatrales no podrán confundirse.
Usualmente los dramaturgos empiezan sus piezas dando instrucciones panorámicas sobre los personajes, escenografía, vestuario y hasta luces. Advierto que no todos siguen este patrón formal. Yo lo hago porque facilito la labor de estudios en los ensayos de mesa.
Los nombres de los personajes aparecerán en mayúsculas o en un formato que demuestre claramente su condición. Cuando su nombre es citado dentro de un parlamento se siguen las reglas gramaticales normales.
Ilustro con el ejemplo con dos tipos de acotaciones en mi obra “Obsesión en el 507”:
Una luz en movimiento nos muestra interesantes detalles del interior del apartamento 507: fotos de actores y actrices famosos, carteles de películas, una cámara de vídeo en su trípode, dos sillas de director de cine, un megáfono, dos televisores grandes, dos monitores de cine, dos catres en el centro, una mesita con dos teléfonos distintos y una mesa de comer para cuatro personas.
BLANCHE: (Estalla en risa. Abandona su papel de policía.) ¡Te engañé!
Las condiciones dadas son especificaciones que hace el autor, dentro de los parlamentos, sobre personajes o aspectos de la escena.
LUCRECIA: Siempre estás buscándole la quinta pata al gato. Ciertamente me llamo Lucrecia, pero quien es Borgia aquí eres tú.
BLANCHE: Sin embargo, la que tiene obsesión con los venenos no soy yo, no. ¿Qué estabas viendo en la tele?
LUCRECIA: “El lado oscuro del corazón”.
BLANCHE: ¡Pero otra vez! ¿Qué? (Imitando a una argentina.) Hija, ¿planificas envenenar a Subiela?
¿Notaron todas las informaciones (condiciones dadas) que va mostrando la pieza misma al espectador a través de los mismos parlamentos de los personajes?
1-Lucrecia dice que Blanche es una persona complicada y cita los nombres de ambas.
2- Blanche dice que Lucrecia gusta de usar veneno y sitúa su acción frente a una televisión.
Los personajes:
Lo único realmente imprescindible en el teatro son los actores. Por eso es muy importante que el dramaturgo precise bien el perfil de los personajes que interpretarán en la puesta en escena. Ellos son quienes llevarán toda la trama, todas las acciones y los objetivos de la obra; que serán tanto como demande la pieza.
Los dramaturgos cuidarán siempre de no traicionar a sus propios personajes. Luego de ser “creados”, ellos tendrán comportamientos específicos, ademanes propios y emociones particulares.
Todo dramaturgo debe procurar que las acciones que ejecutan sus personajes correspondan con la sicología que él les ha construido. Después de esto, los personajes adquieren cierta… “independencia”.
Conozco obras de teatro donde los personajes, en algunos parlamentos, asumen posiciones sociales, políticas o filosóficas que no les son propias. Estas corresponden, más bien, a conceptos o creencias del dramaturgo; que en este caso debió incluirse él mismo como personaje.
Parlamentos y acciones de los personajes:
Los parlamentos son las palabras que el dramaturgo asigna a sus personajes. Estos deben estar acorde, como ya hemos dicho, a las características de los mismos.
El diálogo continúo, excepto en los monólogos, es lo usual dentro de una pieza teatral.
Cuando un personaje se explaya explicando una situación, a ese parlamento llamamos soliloquio. Efecto que tiene que ser administrado cuidadosamente. Su proliferación puede hacer la obra lenta y pesada. El diálogo picado siempre ayudará al ritmo de la obra teatral.
Todo lo que los personajes realizan en el escenario se llama acciones. Estas (como enseñó Stanislavsky) deben ser “lógicas, coherentes y reales”.
Hay dos tipos de acciones: Físicas y sicológicas. El equilibrio de las mismas es vital en un buena pieza teatral. El dramaturgo sólo escribirá la obra que permita al actor o actriz lograr el equilibrio que he aludido.
Todas las acciones de los personajes deben dirigirse, únicamente, hacia la trama o tema de la obra.
Nota: en la próxima entrega continuaré con los hechos importantes, tiempo y espacio, la verdad teatral, convencionalismos teatrales, lenguaje y estilo, el conflicto, texto literario y texto dramático. Además, concluiré con un buen truco que suelo utilizar para escribir mis piezas teatrales.
Momentáneamente… ¡Telón!
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