Sobre Dios, Singualidad y el Amor infinito…
“Cuando el hombre cree en algo, cuando algo le es incuestionable realidad, se hace religioso de ello. Religio no viene, como suele decirse, de religare, de estar atado el hombre a Dios. Como tantas veces, es el adjetivo quien nos conserva la significación original del sustantivo, y religiosus quería decir ‘escrupuloso’; por tanto, el que no se comporta a la ligera, sino cuidadosamente.”
Aclarado esto, paso a hablar de aspectos relacionados a
lo que juzgamos hoy como Religión.
Una pregunta frecuente de este hombre actual que casi todo lo quiere conocer, gira en torno a nuestro origen: ¿De dónde vinimos? O ¿Cuándo comenzamos? Resulta que tres respuestas, al parecer antagónicas, salen
inmediatamente:
Respuesta religiosa: Venimos de Dios.
Respuesta científica: Venimos de una Singularidad.
Respuesta poética: Venimos del Amor.
Desde luego que a prima facie se entienden que entre las tres respuestas no hay maneras de conciliación. Sin embargo, este escritor y
artista (que con los años se vuelve más cauto y acusa
cierta timidez filosófica.) cree que no son enemigas las tres
sentencias.
Dada mi inicial formación marxista, aceptaba sin
rechistar que Dios había sido una creación humana en un primitivo acto poético que, como tal, había surgido de la duda y de esa
necesidad que tiene el poeta de encontrar interpretaciones de la realidad
concreta. Esto explicaría la causa por la cual Dios estuvo
tan ligado, en el inicio de su comunión con el Hombre, a la cosmovisión.
Por
supuesto que rechazaba de plano todo Dogma
(y no puedo evitar seguir mirando a estos con militantes ojerizas.). Pero
cuando el Marxismo comienza a
transitar de la Ciencia Social al Dogma,
entendí que había llegado el momento de mentarle la marx a los marxista y me
declaré libre pensador y confeso dudante que no tenía duda alguna de sus inmensas dudas. ¡Puro dilema!
No obstante, mi Dios-Ciencia seguía habitando dentro de
mí. Y en esos criterios, Dios-Poeta (un ser alejado de la Razón, que es el atributo irrenunciable del Hombre.) sencillamente
no cabía.
En una ocasión escuché a Galeano decir que a él aterraba
la definición de isla: “Porción de tierra
rodeada de agua”. Su interpretación era: “Pedazo de tierra que está a punto de ser devorado por el mar”. En mi caso la Fe constituía el mismo terror: “Fanatismo del Hombre que devora la Razón”.
Entendía que es una dicotomía
aceptar una criatura, o una idea, fuera de este atributo que es
la Razón. Ella es inherente al Ser Humano. Por lo tanto, y como no es una
camisa que podemos quitarnos oportunamente,
desligarnos de ella a parte de fútil, es incomprensible.
Así las cosas, uno de los grandes problemas que tienen
conmigo las religiones (Monoteísta como el cristianismo, islamismo, judaísmo y
zoroatrimos; Politeísta como hinduismo y el shinto; Henoteísta como la de Akenatón; Dualistas
como el
catarismo; Panteista; No Teísta como el budismo y el taoísmo; etcétera.) gira
en torno a ese “sentimiento de dependencia absoluta” que ellas exigen, como
escribió Fredrich Scheiemacher.
Entonces, así las cosas, la Ciencia era
mi natural escape. Venimos de una Singularidad
y se acabó el asunto. A fait accompli.
¡Cómo es el asunto de la Singularidad?
Ocurre que esta es una espacio-tiempo de
materia Cero y el lugar de inicio del llamado Agujero Negro, en donde la materia se
comprime hasta ocupar una región inimaginablemente pequeña o… singular, cuya
densidad en su interior resulta infinita. Es decir, que todo lo que cae dentro
del espectro de sus sucesos es devorado por un punto que podríamos denominar
"sin retorno", del cual ni la luz puede escaparse. Pues, ese espacio-tiempo determinó, en
algún momento, una curvatura del espacio, que a su vez provocó el inicio del
Universo conocido.
Bien. El nuevo dios nuestro de cada
día (la Ciencia.), nos asegura que esa Singularidad (espacio-tiempo) ha
estado ahí siempre y que en un movimiento (que un científico como burla llamó big ban) que duró millones de años,
el espacio se curvó y a partir de ahí comenzó a formarse el Universo.
¿No es acaso el mismo planteamiento de
los creyentes? ¿No es la perennidad de un Dios sin aparente inicio lo que dudantes y ateos han rechazado?
Si aceptáramos sin rechistar que el
espacio, los Agujeros Negros y la Singularidad
siempre han estado y que estos, que también son Universo, crearon a este;
estaríamos sustituyendo un Dogma por
otro carente de poesía… y de Amor.
Ese espacio infinito tiene (¿no lo notan?)
similares características a Dios, que siempre ha estado y que un día, en su
extrema soledad, comenzó a crear el Universo, del cual él ya era parte.
Así el asunto, la Ciencia-Dios admite
la existencia de su competencia; pero la rechaza por ser tal.
Todavía no resuelvo el tema interior de
si Dios-Energía puede realmente pensar o si sólo se manifiesta. Lo que no tengo
duda es de su infinito Amor. Esto, porque su movimiento (verbo) en un telúrico
acto poético que en su infinita soledad, en
un amor que se daba hacia la vida misma y hacia lo que aún no existía, creó el
Universo para convertirlo en parte integral de él mismo, para él mismo
integrarse a su propia creación. ¡Si! ¡Amor infinito en el correcto uso
del vocablo!
Ciertamente aún debo resolver muchos enigmas
de la Creación, de sus propósitos, de su inicio y de su proyección. Aún debo
reflexionar sobre la posibilidad de que el Dios o la Singularidad que nos crearon, finalmente propicien el fin de la
creación y nos reserven el mismo Agujero
Negro del cual partimos (¿Kronos devorando a sus propios
hijos? ¡No!). Todavía debo resolver ese asunto. Pero,
mientras lo logro, permítame disfrutar de este Amor infinito del cual sin duda venimos.
Si. He preferido quedarme con el
Dios-Poeta de Michelangelo, el que construye... y mirar con ojeriza al que nos quiere desaparecer (ciencia y religiones) en un
abismo oscuro e insondable.
¡Telón!
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